Que son los Retiros de Emaús?
Los Retiros de Emaús no los organiza
ninguna congregación religiosa sino que son retiros pensados para todo el
mundo, promovidos por nuestra parroquia.
No se trata de unos ejercicios
espirituales como tales, ni siquiera es un retiro convencional. Es un “camino”
de un fin de semana basado en la lectura del Evangelio según S. Lucas 24:13-35,
que narra el camino de los discípulos de Emaús. Está preparado por laicos y
para laicos, bajo la supervisión del sacerdote responsable del retiro. Al estar
desarrollado por laicos “facilita” la participación de aquellas personas más
alejadas de la Iglesia, a las que sería difícil implicar en unos ejercicios
espirituales al uso. Hay charlas, oración, compartir de grupo, música,
interiorización y testimonios de fe de personas laicas que nos demuestran como
su vida se ha ido transformando. Estos retiros se hacen una sola vez en la vida
(como caminantes).
Objetivo
Tener una cita personal e íntima con el Amor de Dios.
Vivir una experiencia que cambiará la vida de los participantes para
siempre.
Rango de edad
Habitualmente, a partir de los 25 años.
¿Cuándo?
Los retiros de este
curso son:
Mujeres
·
5 al 7 de Octubre de
2018
Hombres
·
20 al 22 de Abril de
2018
·
19 al 21 de Octubre de
2018
¿Qué son los retiros de Emaús?
Los Retiros de Emaús
están basados en el pasaje bíblico del evangelio según San Lucas, capítulo 24,
versículos 13-35, donde dos discípulos se dirigían a un pueblo llamado Emaús,
cerca de Jerusalén. Por el camino van hablando de todo lo que había pasado en Jerusalén.
Mientras hablaban, Jesús mismo se acercó y comenzó a caminar con ellos, pero no
le conocieron. Al caer la noche Jesús hizo como que iba a seguir adelante, pero
ellos le invitaron a quedarse, cuando ya estaban sentados en la mesa, tomó en
sus manos el pan, y habiendo dado gracias a Dios, lo partió y se los dio. En
ese momento se les abrieron los ojos y reconocieron a Jesús que él había
resucitado.
Los Retiros de Emaús
nacieron en Miami hace 35 años y están en España desde el 2009- Estos Retiros
están aprobados por la Iglesia. Los primeros retiros se organizaron en Madrid,
convocados por la Parroquia de San Germán, y se siguen organizando tanto de
mujeres como de hombres. Además están también en la parroquia de Santa María de
Caná, y en la parroquia de San José de Pinto (diócesis de Getafe). Actualmente,
en Barcelona también se organizan desde dos parroquias tanto de hombres como
mujeres.
Se trata de una cita personal e íntima con el Amor de Dios. A lo largo
del fin de semana, los caminantes, (personas que hacen el retiro), se encuentran con EL, descubren
el Inmenso Amor que tiene a cada uno de ellos, perciben en sus almas Su
Presencia, el extraordinario Don de sus vidas, y al reconocerle, el corazón
arde en ascuas por Cristo que les dice: Tú eres mi amado”
Esta es una
experiencia que cambiará tu vida para siempre, como ha cambiado la de tanta
gente. Emaús es, en verdad, un regalo que uno se hace.
Los que han
participado son tocados de una manera especial por el Amor de Dios y han
recibido una fuerte efusión del Espíritu Santo. Muchos de los que asisten a los
Retiros de Emaús están alejados de la Iglesia o su fe es muy tibia. Sus
conversiones son espectaculares. Para los que tienen una fe viva supone una
reafirmación de sus creencias y un vuelco en su vida espiritual.
Los Retiros de Emaús
no los organiza ninguna congregación religiosa sino que son retiros pensados
para todo el mundo, promovidos por una parroquia. No se trata de unos
ejercicios espirituales como tales, ni siquiera es un retiro convencional. Es
un “camino” de un fin de semana basado en la lectura del Evangelio según S.
Lucas 24:13-35, que narra el camino de los discípulos de Emaús. Está preparado
por laicos y para laicos, bajo la supervisión del sacerdote responsable del
retiro. Al estar desarrollado por laicos “facilita” la participación de
aquellas personas más alejadas de la Iglesia, a las que sería difícil implicar
en unos ejercicios espirituales al uso. Hay charlas, oración, compartir de
grupo, música, interiorización y testimonios de fe de personas laicas que nos
demuestran como su vida se ha ido transformando.
¿Quién puede hacer el retiro?
Por ello cualquier
persona puede hacer el Retiro, no importa al grupo que pertenezca: Opus Dei,
Jesuitas, Neocatecumenales… Es habitual encontrar gente de diversos carismas,
desde la Obra, Legionarios, Jesuitas o Carismáticos, gente de diócesis o que no
pertenecen a ningún movimiento. Acuden también muchas personas que están
alejados de la Iglesia. Emaús provoca un cambio muy profundo en la vida de cada
uno. Es importante que los sacerdotes lo hagan si desean llevarlo a sus
parroquias, y puedan invitar posteriormente a personas que necesitan encontrar
a Dios, o reencontrarse con ÉL.
¿Puedo repetir?
Estos retiros se hacen
una sola vez en la vida (como caminante).Tras
el retiro, puedes ser servidor en los siguientes, ayudando a otros en la
experiencia que tú has tenido. La parroquia fija las fechas para los retiros,
coordinando hombres y mujeres (Normalmente dos retiros al año para hombres y
dos para mujeres).
El caminante cuando
deja su parroquia (Jerusalén) siente que se embarca en una peregrinación a
Emaús y en el camino se encuentra con Jesús, pero al
principio no le reconocen. Como los discípulos en el camino se vaciaron
contándole a Jesús “todas las cosas que pasaron
esos días.” En el retiro los caminantes se vacían
totalmente, le entregan a Jesús todo lo que han pasado en sus vidas en su
propia peregrinación. Jesús escucha y seguidamente les ofrece la Eucaristía, en
ese momento es cuando lo reconocen: cuando parte el pan. Los discípulos se
levantan e inmediatamente regresan a Jerusalén a darle a otros la Buena Nueva, que Jesús está vivo y con nosotros. Y eso
mismo es lo que van a hacer los caminantes.
Una vez finalizado el
retiro, (algunos caminantes dicen que vinieron casi obligados, o escépticos)
dan gracias a Dios por lo que hizo en sus vidas ese fin de semana y ahora
desean compartir con sus familias todo lo que han recibido. La consecuencia
lógica, es la implicación de los caminantes en las diferentes actividades de su
parroquia (aconsejados por el párroco o sacerdote encargado del retiro) que
sabe dónde y en qué momento se encuentra cada cual para formar parte activa de
la comunidad, para llevar ese Espíritu que Dios nos acaba
de dar a través de Emaús a los grupos existentes. De esta forma
se revitaliza la vida de las parroquias donde se ubica Emaús, al integrar y
recoger en las mismas, el ímpetu apasionado de estas personas, que desean
transmitir y compartir su encuentro con Cristo. Hermano,
Amigo y Señor.
El Papa Francisco sobre Emaús…
– En el encuentro con el episcopado
brasileño (Arzobispado de Río de Janeiro, Sábado 27 de julio de 2013): El icono de Emaús como clave de lectura del presente y del futuro.
Es el misterio difícil
de quien abandona la Iglesia; de aquellos que, tras haberse dejado seducir por
otras propuestas, creen que la Iglesia —su Jerusalén— ya no
puede ofrecer algo significativo e importante. Y, entonces, van solos por el
camino con su propia desilusión. Tal vez la Iglesia se ha mostrado demasiado
débil, demasiado lejana de sus necesidades, demasiado pobre para responder a
sus inquietudes, demasiado fría para con ellos, demasiado autorreferencial,
prisionera de su propio lenguaje rígido; tal vez el mundo parece haber convertido
a la Iglesia en una reliquia del pasado, insuficiente para las nuevas
cuestiones; quizás la Iglesia tenía respuestas para la infancia del hombre,
pero no para su edad adulta. El hecho es que actualmente hay muchos como los
dos discípulos de Emaús; no sólo los que buscan respuestas en los nuevos y
difusos grupos religiosos, sino también aquellos que parecen vivir ya sin Dios.
Hace falta una Iglesia
que no tenga miedo a entrar en la noche de ellos. Necesitamos una Iglesia capaz
de encontrarlos en su camino. Necesitamos una Iglesia capaz de entrar en su
conversación. Necesitamos una Iglesia que sepa dialogar con aquellos discípulos
que, huyendo de Jerusalén, vagan sin una meta, solos, con su propio desencanto,
con la decepción de un cristianismo considerado ya estéril, infecundo.
La globalización
implacable y la intensa urbanización, a menudo salvajes, prometían mucho.
Muchos se han enamorado de sus posibilidades, y en ellas hay algo realmente
positivo, como por ejemplo, la disminución de las distancias, el acercamiento
entre las personas y culturas, la difusión de la información y los servicios.
Pero, por otro lado, muchos vivencian sus efectos negativos sin darse cuenta de
cómo ellos comprometen su visión del hombre y del mundo, generando más
desorientación y un vacío que no logran explicar. Algunos de estos efectos son
la confusión del sentido de la vida, la desintegración personal, la pérdida de
la experiencia de pertenecer a un “nido”, la falta de hogar y vínculos
profundos.
Y como no hay quien
los acompañe y muestre con su vida el verdadero camino, muchos han buscado
atajos, porque la «medida» de la gran Iglesia parece demasiado alta. Hay aun
los que reconocen el ideal del hombre y de la vida propuesto por la Iglesia,
pero no se atreven a abrazarlo. Piensan que el ideal es demasiado grande para
ellos, está fuera de sus posibilidades, la meta a perseguir es inalcanzable.
Sin embargo, no pueden vivir sin tener al menos algo, aunque sea una
caricatura, de eso que les parece demasiado alto y lejano. Con la desilusión en
el corazón, van en busca de algo que les ilusione de nuevo o se resignan a una
adhesión parcial, que en definitiva no alcanza a dar plenitud a sus vidas.
La sensación de
abandono y soledad, de no pertenecerse ni siquiera a sí mismos, que surge a
menudo en esta situación, es demasiado dolorosa para acallarla. Hace falta un
desahogo y, entonces, queda la vía del lamento. Pero incluso el lamento se
convierte a su vez en un boomerang que
vuelve y termina por aumentar la infelicidad. Hay pocos que todavía saben
escuchar el dolor; al menos, hay que anestesiarlo. Ante este panorama hace
falta una Iglesia capaz de acompañar, de ir más allá del mero escuchar; una
Iglesia que acompañe en el camino poniéndose en marcha con la gente; una
Iglesia que pueda descifrar esa noche que entraña la fuga de Jerusalén de
tantos hermanos y hermanas; una Iglesia que se dé cuenta de que las razones por
las que hay gente que se aleja, contienen ya en sí mismas también los motivos
para un posible retorno, pero es necesario saber leer el todo con valentía.
Jesús le dio calor al corazón de los discípulos de Emaús.
Por circunstancias de la vida, que yo relaciono con la intervención divina, dos personas me insistieron para asistir a un retiro espiritual dentro de la realidad católica Emaús. Yo estaba reacio, porque siempre he sido reacio a este tipo de grupos. Reflexioné y reflexioné y en últimas decidí asistir. Esta invitación coincidió con una pequeña crisis personal y consideré que esta experiencia sería un buen bálsamo para tratar de meditar y buscar la solución de ese pequeño escollo de mi vida.
ResponderEliminarDurante tres días estuve en el retiro. Allí viví verdaderas experiencias humanas y cristianas, que de verdad partieron en dos mi vida como cristiano-católico. Si, partieron en dos, porque a pesar de que durante 38 años he profesado la fe católica, nunca jamás, había vivido tanto mi experiencia y fe cristiana como lo tuve en ese retiro.
En ese, que más que un retiro fue un verdadero encuentro con Dios, con Jesucristo, con el Espíritu Santo y con nuestra madre la Virgen María, tuve la oportunidad de alivianar las cargas de mi alma. Tuve la oportunidad de sanar mi corazón, de liberar mis pecados y culpas, de reconciliarme con mis creencias y conmigo mismo.
Sentir la presencia de Dios en tu corazón es un sentimiento indescriptible, una sensación de alivio permanente, es un encuentro con el dueño de la vida y con el que define las circunstancias que determinan nuestro destino.
Hoy me considero un soldado de Dios. Satanás ha recibido una fuerte paliza por parte de mí y de 70 compañeros más, quienes compartieron conmigo esta experiencia. Compañeros que provienen de todo estrato y nivel social, con cargas mayores, iguales o menores que las mías, pero con un corazón arrepentido y humillado ante Dios; hombres que estuvieron dispuestos a perdonar y a perdonarse, a hincarse ante Jesucristo y que hoy día, sin lugar a dudas, son personas nuevas con almas renovadas.
Yo le doy gracias a la vida y a Dios por permitir vivir esta experiencia. Ante Jesucristo doblo rodillas y doy gracias porque toqué sus puertas y él me las abrió de par en par.
Invito a todos las personas, creyentes o no, católicos o no católicos, a que se brinden esta preciosa e extraordinaria oportunidad. Es un tiquete directo a un encuentro con Dios, quien los recibirá sin reparo, los escuchará, aliviará sus cargas emocionales y de seguro los guiará por el camino de ser unas personas mejores. Sin duda así será.
Porque es un hecho claro para mí, persona renovada, que: “Jesucristo ha resucitado. En verdad resucitó”
Un caminante agradecido.