¡SIN VISIÓN, NO HAY MISIÓN!
Cuantas veces hemos elaborado proyectos pastorales bien hechos, perfectos, pero que no eran instrumentos para la evangelización: eran planes que buscaban servirse a sí mismos, era algo “incapaz de cambiar los corazones”. Eso precisamente es nuestro fallo, no nos fiamos del Espíritu Santo, pues es él quien se tiene que ajustar a nuestros planes, no nosotros a Él, la soberbia incrustada en nuestro “yo” nos hace creernos que sin mis planes la evangelización no sirve. Sin Espíritu no hay comunidad, no hay misión, no hay salida. Hay un gueto confortable, engañoso, temeroso, evasivo. La Iglesia sólo es Iglesia si es misionera. Jesús comienza su misión guiada por el Espíritu. La Iglesia también. Nace misionera, “empujada y forzada” por el Espíritu a presentarse delante de todos los pueblos, frágil, pero con un precioso tesoro entre sus manos: el evangelio de Jesús, la reconciliación, la misericordia, la compasión, la paz que él nos ofrece con su muerte y con su resurrección. Enviada por