Dime donde están tus prioridades, y te diré dónde está tú corazón

 


O mantenemos la esperanza de cristianizar el mundo o acabamos de acoger la mundanización del cristianismo. Es verdad que la iglesia siempre tiene que estar en reforma, pero no hay reforma si no estamos en la línea de evangelización.

Se trata de volver a sus orígenes, volver al amor primero. Más vida coherente con los principios del cristianismo, cuando santa Teresa reformo el Carmelo, no fue hacer de sus conventos hogares de lujo, ella insistió; más pobreza, más oración y más vida contemplativa. Volver a la conversión primera a esto estamos llamados todos los que seguimos a Cristo, hoy en día se entiende por reformarse adaptarse al mundo, una iglesia más mundana, más al sentir de todos, tan humana que nos olvidamos de que nuestra meta es el cielo no es el pensar de este mundo.

 

Creo que hemos pervertido la palabra “reforma” hacemos de ella el punto de partida de algo que nos aparta del ser como Iglesia, lo importante es no perder el norte.

1.- Se trata de evangelizar desde la pobreza de espíritu, con medios pobres apoyados en la fuerza del espíritu Santo. No somos profesionales en la evangelización, no todo tiene que pasar por reuniones y más reuniones para decidir algo, sino más oración, confiar más en el Espíritu no en nuestras fuerzas y capacidades.

2.- Evangelizar desde la catolicidad, no caer en la nacionalidad ya que son contrarios al ser Iglesia Católica. Los grandes escritos y evangelizadores en la iglesia son los misioneros, porque ellos usan su libertad para ser sembradores de la semilla del evangelio, no están acondicionados por ideologías nacionalistas de lengua y de razón. Ser católico viene en ayuda de las crisis locales, es la iglesia entera la que evangeliza

3.- Hacer una lectura humilde de la realidad que tenemos, partiendo de si esto funciona o no funciona, si funciona seguimos adelante, sino funciona hay que ser humildes y reconocer que no funciona, hay que aprender a volver a empezar con nuevas formas y dar paso a ser críticos en nuestras maneras. Es bueno reconocer que a veces nos hemos equivocado, Dios bendice a los que se plantean “nacer de nuevo” volver a empezar, donde el Espíritu Santo está soplando.  El que se mantiene en su ideología no puede dar frutos, porque por su cabezonería quiere que todos sean de su cuerda.

4.- Evangelizar con la Palabra de Dios en la mano, como referencia en la fe de los sencillos. Hemos pasado del Cristo si, Iglesia no, o como diría “espiritualidad si, religión no” un sincretismo muy acorde con la nueva era. Es una gran crisis la del relativismo, reducir el sentido religioso a una vaga espiritualidad de consumo en la que cada cual compra lo que le viene en gana, como si fuera un supermercado. Todo esto es un problema de fe, porque nuestra fe está en la revelación Dios se ha revelado, nos ha mostrado un camino para llegar a Él y viceversa, Jesucristo es el camino, hay que salir a defender la fe de los sencillos, no se trata de inventar nuevas espiritualidades de la nueva era.

5.- Evangelizar desde nuestra cultura, no se trata de inventarnos cosas nuevas sino de mantenernos firmes en la custodia de la fe, y no de inventos del nuevo orden mundial, la nueva evangelización nos llama a redescubrir nuestras raíces culturales, cuidar la religiosidad popular. Muchos pueden pensar que esta religiosidad popular esta desfasada, era de otros tiempos, etc. Pero si descuidamos estos principios de religiosidad nos encontramos que no se ha hecho nada para rellenar estos vacíos. Menos vocaciones, parroquias y conventos cerrados, etc. hay que emplear estos resortes de esta religiosidad popular para dar a conocer el Kerigma, sería volver a acompañar estos lazos de unidad en la iglesia para una catequesis profunda de la fe del carbonero.

6.- Evangelizar desde la verdadera sinodalidad. No se trata de buscar confrontaciones con la doctrina de la fe, ni de hacer confrontaciones de ideas personales para llevarla a la agenda del mundo, como algo que hay que ir cambiando para agradar a la sociedad actual, sino para ser dóciles al Espíritu. La Iglesia es Jerárquica y Sinodal al mismo tiempo, es apostólica y carismática, es fomentar la obediencia en la Jerarquía como custodia de la fe revelada y aportar los dones que el Espíritu nos da a todos para el servicio de toda la Iglesia, y desde la comunión fraternal.

Hacernos presentes en la iglesia, cada cual con el carisma que Dios le ha otorgado, donde unos y otros sepamos avanzar, no se trata de restar sino de sumar. Jerarquía y laicado. Lamentablemente el sínodo es el gran desconocido tanto por unos que, por los otros, la participación de los laicos en muchos casos fue tan pobre que no pudieron expresarse, ni si quiera en sectores de iglesia se a mencionado los resultados del mismo, todo está sobre papel mojado como se diría hoy mismo.

7.- Evangelizar desde la adhesión al Magisterio de la Iglesia, hoy existe muchas reacciones desacralizadas, la lectura distorsionada de la lectura del mismo Concilio Vaticano II, la liturgia por ejemplo es una riqueza que hay que conservar, tampoco se trata de que el celebrante se celebre a si mismo, esto serían los abusos de esta, el sacerdote no es el centro de esta, el centro es la divinidad trinitaria. Se trata de cuidar el sentido trascendental de la liturgia es importantísimo la fidelidad al Magisterio de la Iglesia dentro de la catolicidad universal.

8.- Evangelizar desde la creatividad del espíritu Santo. El Espíritu Santo es muy creativo, y ser creativo no significa ser complicado porque a veces lo más sencillo es lo más eficaz, cuando Él suscita algo es muy sencillo tanto que a veces no le entendemos y buscamos siete pies al gato. Hay que estar abiertos a los carismas porque Él suscita caminos prácticos y sencillos sin pretender ser los protagonistas de ello, con 12 personas Él empezó la Iglesia, diversidad si, dispersión no. Tampoco pretender ser iluminados porque podemos caer en rivalidades y apagar la fuerza del espíritu, siempre tiene que ser consensuado por la autoridad competente.

9.- Evangelizar las heridas efectivas. Hoy en día estamos muy heridos todos, cultural e históricamente, mucha desconfianza, incapacidad de amar y perdonar, etc es una oportunidad para evangelizar desde el Corazón de Dios, desde la misericordia, el corazón no es del que lo ha roto, sino de quien lo ha reparado. Esta visión es importantísima para llegar a los corazones heridos por mil situaciones, desde allí podemos dar el calor y la salud del Corazón de Jesús.

Hay que conocer las heridas de nuestro mundo, tenemos que sentarnos en un café y hablar con nuestros hermanos, sanar esas heridas desde la oración, pero desde nuestro cariño efectivo, heridas de amor, de sexo, de matrimonios, etc. para devolverles el gozo de la redención en Cristo, aprender a acompañar a personas que les cuesta salir de tantos pecados y problemas emocionales que lo que hace es dejar al mundo agonizantes sin esperanza de redención.

10.- Evangelizar desde nosotros mismos. Se trata de cuidar nuestra vida interior, ¿Cómo estoy yo? Necesitamos también ser acompañados por los hermanos, a veces dejarse amonestar por el hermano, porque podemos caer en el narcisismo de creernos los más santos y eso es pecado de soberbia.

Para acompañar, necesitamos ser acompañados. Si Dios nos ha llamado a ser evangelizadores el demonio vendrá a nosotros como león rugiente, porque no somos de los suyos y nos atacará especialmente de muchas formas, y nos herirá donde más nos duele porque sabe donde dar.  ¿Cómo llevamos nuestra vida sacramental, oración, rosario, ayuno, ejercicios espirituales, retiros, etc. ¿Cómo estamos integrados en la vida parroquial, en movimientos laicales, etc.?

Los cristianos llamados a esta prioridad, somos los evangelizadores del nuevo mundo.

Rafael Verger

 


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