EL TRIGO Y LA CIZAÑA
“El Reino de los Cielos se parece a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero mientras todos dormían vino su enemigo, sembró cizaña en medio del trigo y se fue” Mt.13.24-43
Jesús propuso a la gente
esta parábola: El Reino de los Cielos se parece a un hombre que sembró buena
semilla en su campo. ¿Quién es que vino a sembrar la buena semilla?, ¿que nos
representa la semilla?, ¿Qué representa el campo? La palabra de Jesús, es semilla
de bondad y amor, que sembrada en el corazón de un hombre bueno, halla el campo
ideal de tierra fértil donde puede crecer y prosperar. Jesús es quien nos
siembra su palabra y nosotros la atesoramos en su lugar preferido, el corazón,
acogiéndola con fe y amor. Esta palabra transforma nuestra vida y se convierte
en nuestra principal guía de vida.
Pero Jesús nos relata
que; mientras todos dormían vino su enemigo, sembró cizaña en medio del trigo y
se fue. Si nos preguntamos porque algunas veces nacen de nosotros hermosos
sentimientos de amor, y algunas veces sin darnos cuentas nos surgen
sentimientos de odios, es porque los dos están habitando en nuestro corazón. En
efecto, en el mismo lugar que siembra Dios, también siembra el Maligno en
nosotros.
Qué gran diferencia, en
la luz de Jesús, hemos recibido la buena semilla y en la oscuridad de la noche
el maligno vino a sembrar la mala a fin de crear confusión. Como podemos
observar, lo bueno siempre vine con la Luz y lo malo llega oculto en las
tinieblas. Pero el producto de las semillas es infinitamente distinto, pues la
semilla de amor produce frutos de amor y la semilla del mal produce maldad.
La buena semilla es La
Palabra, esta convertida en presencia de Jesús dentro de nosotros, es fuerte,
activa, eficaz, con una gran capacidad de fortalecernos, santificarnos y
protegernos de la siembra del maligno. Porque la Palabra del Señor, si es
aceptada y atesorada en nuestro corazón, si es incondicionalmente admitida,
llevada con fe y esperanza, produce el amor que combate la maldad y no se deja
asfixiar por la cizaña.
Cuando creció el trigo y
aparecieron las espigas, también apareció la cizaña. Los peones fueron a ver
entonces al propietario y le dijeron: "Señor, ¿no habías sembrado buena
semilla en tu campo? ¿Cómo es que ahora hay cizaña en él?" Hay cizaña,
porque los sembradores de esta nociva hierba están ahí al acecho para
sembrarla, mezclarla entre la buena y confundirla. Dice el Señor: Esto lo ha
hecho algún enemigo. Los enemigos de los valores y las enseñanzas de Cristo,
son los opuestos del Reino
Aquellos que impugnan la
palabra del Señor, son los sembradores de la cizaña, aquellos que comparten sus
ideales de irreverencia, son las cizañas que tratan de obstaculizar el
crecimiento de la buena semilla. Pero lo más triste, son aquellos que se
sienten felices de ser cizaña, y perversamente por el camino de la depravación,
el vicio, el desenfreno, en nombre de un errático libertinaje, buscan a
incautos e ingenuos para llevarlos a caminos destinados a la perdición.
Los peones replicaron:
"¿Quieres que vayamos a arrancarla?" "No, les dijo el dueño,
porque al arrancar la cizaña, corren el peligro de arrancar también el trigo.
Somos consientes que en nuestro mundo convivimos buenos y malos. Dios permite
esto para que los que van por mal camino tengan la oportunidad de arrepentirse
aprendiendo de las bondades de las vidas ejemplares y de esta manera caminar
por la senda del bien. Dios es paciente, “lento en el castigo y rico en
misericordia”, pero el arrepentimiento y la reconciliación deben hacerse a
tiempo. Esto quiere decirnos Jesús cuando en la parábola se dice que: Dejen que
crezcan juntos hasta la cosecha, y entonces diré a los cosechadores: Arranquen
primero la cizaña y átenla en manojos para quemarla, y luego recojan el trigo
en mi granero".
Sepamos distinguir que
es lo verdadero y que es lo falso, esta diferencia se aprecia cuando se atesora
la sabiduría de la palabra de Dios, transformada en fuente viviente de
sapiencia, que estimula a ver con los ojos de Jesús desde el corazón, así se
puede apreciar que verdadero es el buen trigo, falsa es la cizaña.
Pongamos en nosotros un
cedazo en lo que nos dicen, porque cizañeros intentaran convencernos de ideas
de sectas religiosas confusas, conceptos u pensamientos que intentan
justificarse con mensajes y frases sacadas de su verdadero contexto. Para ser
más preciso me refiero a esas doctrinas revestidas de una apariencia seudo
evangélica y que en el fondo no lo son. Es así, como tenemos que saber
distinguir la mentira de la verdad, el verdadero evangelio es enseñanza de amor
y produce el mismo fruto, y el falso siempre se presenta con conceptos que
buscan producir la desunión, la confusión, la duda y el fruto es el odio.
El corazón del hombre es
un campo abierto, allí busca sembrar el Señor, simientes de bondad y de amor,
pero del mismo modo el maligno quiere sembrar semillas de pasiones desordenadas
La oración y la contemplación, nos ayudara a estar vigilantes para que la
cizaña no germine y nos ahogue.
“Hablaré en parábolas,
anunciaré cosas que estaban ocultas desde la creación del mundo".
Jesús propuso a la gente
esta parábola: "El Reino de los Cielos se parece a un grano de mostaza que
un hombre sembró en su campo. En realidad, ésta es la más pequeña de las
semillas….
Jesús emplea este
término que era usual en los judíos para comparar las cosas pequeñas, y lo hace
así, para decir que el Reino de Dios comenzó modestamente y luego se expandió
con gran vigor, igual que la semilla de mostaza o la levadura.
En las cosas sencillas y
humildes siempre Dios pone la esperanza en sus hijos, y emplea medios sencillos
para llegar hasta él, así fue también como eligió a una humilde y sencilla
mujer para encarnar a su Hijo, y en un humilde pesebre fue a nacer, así también
se nos hace presente Cristo en la Eucaristía, en pedacito de pan y en un poco
de vino, signos de gran sencillez.
Sin embargo a los
hombres nos gustan las cosas grandiosas, con exigentes preparativos,
especialmente cuando no conocen bien a Dios. Sin embargo Dios no está interesado
en que emprendamos grandes obras para demostrarle nuestro amor, pero nos acoge
con cariño con tan solo serle fiel en todo momento.
Una buena enseñanza es
nuestra Iglesia, que nació modestamente, con hombres de condición humilde, que
habían sido pescadores, y hoy esta por todo el mundo, y pueblos de diferentes
costumbres, idiomas y razas la acogen y la engrandecen.
Demos gracias a Dios,
porque para que su Reino eche raíces en nosotros, en nuestros corazones, no
será indispensable hacer grandes cosas, ni tampoco pensar en hacer grandes
empresas, porque lo que verdaderamente interesa es serle fiel en las cosas
cotidianas. Refiriéndose a san José, decía Pablo VI: la santidad se va
realizando minuto a minuto, haciendo lo que Dios quiere. “san José es la prueba
de que, para ser bueno y auténtico seguidor de cristo, no es necesario hacer
"grandes cosas", sino practicar las virtudes humanas, sencillas, pero
verdaderas y auténticas”
Luego Jesús nos enseña a
través de un parábola hogareña, “la levadura fermento todo”, para que nosotros
podamos ser como ella, corrompiendo lo que nos hace cómodo, lo que no nos hace
crecer, y para que comprobemos la eficacia de los Evangelios, del mismo modo
como la levadura fermenta la masa, el mensaje del Evangelio nos fermenta a
nosotros, del mismo modo como la levadura penetra en la masa, lo hace el
Evangelio en los hombres.
Del mismo modo como se
transforma la semilla, también la Palabra del Señor es levadura para
transformarnos, así nos quiere decir Jesús como es el Reino de Dios, con fuerza
y vigor para extenderse y fermentar y transformar el mundo.
Innegablemente, la
predicación de los Evangelios, Palabra de Dios, es la levadura capaz de
transformar los hombres y todos de alguna forma estamos llamados a ser
levadura, en nuestro lugar de trabajo, estudio, ambiente social o familiar,
pero no esa levadura que corrompa, sino aquella que ayude a levantar la masa y
fermente con el Evangelio.
El sembrador de la buena
semilla es el Hijo del hombre
Dejando a la multitud,
Jesús regresó a la casa; sus discípulos se acercaron y le dijeron:
"Explícanos la parábola de la cizaña en el campo". Jesús le explica
solamente a sus amigos más íntimos, como una instrucción especial, ya que estos
se la piden expresamente. ¿No habían entendido con claridad lo que les
manifestaba Jesús?, nos ocurre a veces que no entendemos las cosas de Dios.
En efecto, sucede que
muchas veces no nos damos cuenta que Dios nos manifiesta algo, esto es porque
no dejamos hacer en nosotros y porque no le prestamos la debida atención y
además no nos acercamos lo suficiente a El.
Hemos lamentado muchas
veces que si nos hubiéramos acercado al Señor, hubiéramos penetrado en su
Espíritu, entonces nos hemos privado de muchos bienes por la falta de
espiritualidad, los hemos perdido por ser superficiales. El mayor trato e
intimo con el Señor, nos hará comprender de mejor forma lo que El quiere
decirnos, busquémosle en la oración y hagamos de esta algo constante. El
acercamiento al Dios, el amor a El, permitirá que nos haga confidentes de sus
cosas.
Jesús nos aclara al
responder que;"El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre”, que
todo lo bueno viene de Dios, todo lo bueno de nosotros viene de El, es así, es
El quien siembra en nuestros corazones, y cuando necesitemos algo bueno es a El
a quien debemos pedir, pero estemos atentos, porque en nuestro campo, en
nuestro corazón, del mismo modo como se siembra el trigo, que es el bien, se
siembra la cizaña que es el mal, unas esparcidas con una mano amorosa y las
otras con astucia para buscar lograr su oscuros propósitos.
Luego Jesús prosigue;
“el campo es el mundo”, precisamente porque sus enseñanzas no son exclusivas de
algunos pocos, es para todos, es universal.
También no dice que; “la
buena semilla son los que pertenecen al Reino; la cizaña son los que pertenecen
al Maligno”. Es así como nos hace saber que algunos somos partidario del Reino,
y otros seguidores de Maligno. Nosotros estamos llamados a ser la buena
semilla, entonces trabajemos por la construcción de un mundo nuevo y por
apartarnos y oponernos a los que buscan el mal.
Es importante comprender
como nos explica Jesús, especialmente cuando nos enseña que quien siembra la
cizaña es el demonio, enemigo de Dios y de los hombres, enemigo del bien, de la
verdad, del amor, de la bondad y de la misericordia, por tanto del Reino.
Haznos, Señor, semillas
de tu Amor, para dar frutos de amor,
Haznos, Señor, semillas
de tu paz., para dar frutos de Paz
Haznos, Señor, pacientes
sembradores de tu Reino, para dar frutos de pasciencia
Haznos, Señor, afables
sembradores de tu Reino, para dar frutos de afabilidad.
Haznos, Señor, semillas
de tu Bondad, para dar frutos de bondad
Haznos, Señor, fieles
sembradores de tu Reino, para dar frutos de fidelidad
Haznos, Señor, mansos
sembradores de tu Reino, para dar frutos de mansedumbre
Haznos, Señor, sencillas
semillas de tu Reino., para dar frutos de la templanza
El Señor les Bendiga
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