CUARESMA 2018

Paz y bien, un año más. Se inicia Cuaresma, este año de forma rápida y prematura, pues la Pascua venidera es en este ciclo temprana.
   Es un tiempo sin duda de esperanza, un tiempo de preparación en torno a nuestro compromiso con  Jesús, que prepara un tiempo para que nosotros nos demos cuenta a través de su rostro y de su vida, que existe a través de Él y sólo de Él, esa fuerza viva que es su esperanza, su amor y su misericordia.
   La Cuaresma es el tiempo ideal para renovar nuestro compromiso con Jesús, ese que en breve será traicionado, entregado, torturado y asesinado porqué así esta revelado. Él mismo se entrega, se deja asesinar para demostrar que es capaz de cargar con los dolores y pecados de toda la humanidad. Cristo muere y resucita, vence a la muerte y paga por todos nosotros nuestros duelos, pecados, orgullos, vanidades, egoísmos y todo aquello que desde nuestra condición humana va incluso en contra de nuestra propia condición.
  Pero para recibir el espíritu de Cristo, el aprender a amar hasta el extremo; el reconocernos débiles y contritos ante nosotros mismos; el aprender a vivir en otra dimensión, evidentemente no es fácil. Pero en algún momento debemos empezar. No podemos ser de misa diaria y no reconocer que somos débiles ante la fe. Debemos crecer en la fe, debemos caminar, edificando nuestro corazón poco a poco para algún día dejar de ser aprendices de cristiano y pasar a ser cristianos, entender en definitiva que en nosotros mora el espíritu de Cristo.
 La Cuaresma es conocida como un periodo de austeridad, de privación, de mortificación, si bien incluso hoy en día, en la sociedad actual esto es poco visible. Entiendo que esta imagen que podemos tener de la Cuaresma, forma más parte de una religiosidad popular y de un aspecto folclórico de esa propia religiosidad.
   La Cuaresma es un tiempo de preparación, un periodo crucial para la preparación del hecho más importante de nuestra fe, la pasión y muerte de Jesús, que quedará rota con su Resurrección.
   Cuaresma debe ser, efectivamente un tiempo especial, un tiempo de preparación y sobre todo un tiempo de reflexión. Es un tiempo de gozo, de alegría, de entendimiento, de conocimiento. En definitiva un tiempo especial, en el cual queremos de una forma distinta vivir la raíz de nuestra fe, Jesús de Nazaret. Y vivirla como Él la hubiese vivido, desde nuestro interior, no desde nuestro exterior. No barruntemos nuestra forma de vivir la cuaresma , no hagamos como los fariseos ( Mateo 7,15 ), no debemos hacer apología de simples signos, debemos vivir esos signos desde la alegría que representa el hecho que estamos preparando la gran fiesta de la Pascua.
   Cuaresma es tiempo de conversión y ésta, no es sólo una palabra del diccionario, es algo que conlleva una enorme responsabilidad y es un tiempo en el que podemos hacer de esta responsabilidad un instrumento para entender que ser seguidor de Jesús y vivir en cristiano , es simplemente hacer posible el Evangelio en nuestras carnes y elevar a la categoría de humano el amor y la misericordia de Dios hacia nosotros.
   Cuaresma , es un renovar, un renacer , un nuevo comienzo, es el camino que nos lleva a la Pascua liberadora. Por eso recibimos una fuerte llamada a la conversión; estamos llamados a volver a Dios de todo corazón ( Juan 2, 12 ), no podemos contentarnos con una vida simple y mediocre, la que nos vende una sociedad de plástico y sin espíritu, una sociedad enferma y herida de egoísmo y vanidad. Nuestra esperanza es Cristo y nosotros en este tiempo tenemos la oportunidad de crecer en la amistad con Él.
   Jesús nos acaricia el corazón y con ello nos da vida. La conversión, es sin duda una transformación del corazón. Debemos abrir nuestro corazón a Jesús, porque abrir nuestro corazón a Jesús significa abrir el corazón a nuestros hermanos. Nuestra conversión debe ser una conversión con ejemplos. Nosotros con nuestra actitud  de entrega y amor a los demás, incluso a los enemigos ( Mateo 5, 44-48), hacemos vivo el Evangelio.
   Cuaresma es un tiempo propicio para profundizar en nuestra vida espiritual, a través de los medios que pone nuestra Iglesia y que en muchas ocasiones no utilizamos. La Palabra de Dios, la Comunidad y la Liturgia.


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