EN VERDAD HA RESUCITADO!!!


CRISTO HA RESUCITADO
Cristo ha Resucitado,  es cuando los ángeles anuncian a las mujeres “ha Resucitado” y ellas corren a anunciar a los Apóstoles en verdad, ha Resucitado, añaden ese “en verdad” porque lo han visto, lo han oído, han hablado con él. Son las primeras en anunciar el gozo de la resurrección porque lo han experimentado, han tenido una experiencia y lo han sentido. Son las primeras anunciadoras de la buena nueva, con valentía y fuerza, no es un anunciarlo con media voz, es una proclamación, alegre y gozosa de la experiencia con el Señor. No se puede anunciar a medio gas, hay que despertar a los miedosos, a los sordos, a los ciegos,  del mundo, porque son como los apóstoles encerrados en sí mismos por miedo, y no saben ver al Señor. El anuncio es por atracción, se contagia la experiencia por el testimonio de viva voz, al testificarlo tú y oírte tú como lo anuncias, el otro te oye y tú oyes al otro y los dos a una voz sois “testigos” gozosos de esa vivencia que es a la vez resucitadora para nosotros. Cristo se rebajó de su divinidad y se hizo servidor de todos, para así ganarnos para Dios nuestro Padre.
Somos hijos en el Hijo. Hemos sido comprados,  y pagadas nuestras deudas  por el sacrificio de la Cruz. No por nuestros méritos sino por Cristo el Señor. Voy a ponerte unos ejemplos para que veas como es el Plan de Dios en nuestras vidas:
Imagínate un vaso de arcilla, lo llenamos de un dedo de vino, el sacramento del Bautismo, (iniciación) después la confirmación, otro dedo, después otro dedo del sacramento del Orden, ya tenemos “somos revestidos de Cristo” el soldado o hijo está apunto para la batalla, necesita para el camino, comer verdad, “el cuerpo de Cristo” verdadera comida, la penitencia, la que cura las heridas producidas en la batalla, Unción de enfermos, para la sanación, Orden, para el servicio.
Es que Dios lo tiene pensado todo muy bien el bautismo, iniciamos la vida en Cristo, los demás sacramentos nos ayudan en la batalla, nos revisten para el combate. El Orden es el “servicio o trabajo al cual eres llamado a desempeñar para el Pueblo de Dios, ya que fuiste “llamado” desde ese pueblo para servirle, el sacerdote es que actúa en nombre de Cristo que vino a servir a sus hermanos. NI uno es más que el otro, todos formamos el Pueblo de Dios, Pueblo Sacerdotal, Pueblo de Reyes, Nación Santa.
Todos somos Pueblo Sacerdotal, desde nuestro bautismo. Incorporados a Cristo, hemos sido injertados al tronco del Cuerpo de Cristo. Cada cual a la llamada a la que ha sido enviado.
Pueblo de reyes, asamblea santa, pueblo sacerdotal... Lo cantamos sin darnos cuenta quizá de toda la profundidad que encierra. ¿De veras que yo soy sacerdote? ¿De veras que somos personas  sacerdotes?
Esta es la verdad que siempre ha enseñado y sostenido la Iglesia: todos los bautizados, por ser miembros de Cristo, somos sacerdotes, porque participamos del sacerdocio real de Jesucristo. Pero ellos, además, tienen la consagración especial del Orden, otro Sacramento diferente del Bautismo, que los constituye Sacerdotes Ministros, servidores del Pueblo Sacerdotal de Dios
- Los laicos, miembros del Pueblo de Dios, consagrados a Cristo y ungidos por el Espíritu Santo, están maravillosamente preparados para producir siempre los frutos más abundantes del Espíritu
Sólo con estas palabras primeras ya hay para entusiasmarse. Somos unos consagrados. Somos eso: cosas sagradas. Tan sagradas, que la profanación de un cristiano viene a resultar un sacrilegio. San Pablo es exigente de verdad. Si presentamos a Dios un cuerpo adornado con la pureza, con la castidad, nos dice que ofrecemos a Dios una hostia viva, santa, agradable a Dios, nuestro culto espiritual (Romanos 12,1 y 1Corintios 6,15)
Por el contrario, profanado el cuerpo con la impureza, es como haber tomado un miembro de Cristo y haberlo entregado a la prostitución. ¿Todo, por qué? Porque somos unos consagrados, unos llenos del Espíritu. Sigue ahora el Catecismo diciéndonos cuáles son las hostias que nosotros ofrecemos a Dios.
- Todas sus obras, oraciones, tareas apostólicas, la vida conyugal y familiar, el trabajo diario, el descanso espiritual y corporal, si se realizan en el Espíritu, incluso las molestias de la vida si se llevan con paciencia, todo ello se convierte en sacrificios espirituales a Dios por Jesucristo.
¡Qué belleza!... Nos preguntamos, y nos ponemos a pensar...
* ¿La oración de cada día?... Es mi hostia. ¡Y cómo aspira Dios su perfume, un incienso tan rico!... Todos los perfumes de la Arabia o los frascos que nos llegan de París no se pueden comparar con el perfume que nosotros somos para Dios.
* ¿El trabajo que realizo por la Iglesia..., el bien que hago a los demás para ayudarles en su salvación..., mi apostolado, sea el que sea?... Todo ese trabajo apostólico es una hostia que a Dios le embelesa, envuelta en tanto amor...
¿El descanso? ¿Una excursión? ¿Un rato de deporte? ¿También esto son hostias que Dios acepta con agrado? Sí; la Iglesia nos lo dice, y sabe bien lo que dice. ¡La hostia de nuestro descanso sano!... Esa hostia que se le ofrece a Dios precisamente el domingo, en la Misa que celebramos gozosamente por ser el día del Señor.
¿La enfermedad?... No hacía falta que la Iglesia nos lo dijera. Cuando una persona enferma une sus dolores a Jesucristo Crucificado, ¡vaya hostia —y de cuánto valor— que está ofreciendo a Dios!... Esa persona enferma está unida más que nadie a la Víctima del Calvario, y, junto con Jesús que muere lentamente en la Cruz, la persona enferma contribuye más que nadie a la salvación del mundo.
Todas estas hostias nuestras las unimos a la Hostia de Jesucristo cuando vamos a la Eucaristía. Y, hechas una sola Hostia con Él, hace que el ejercicio de nuestro sacerdocio real tribute a Dios “todo honor y toda gloria... “Pueblo de Dios, asamblea santa, pueblo sacerdotal”... Rm 12,1-2
Lo seguiremos cantando en nuestras iglesias. Y, al cantarlo, sabremos que estamos elevando a Dios la hostia más pura de alabanza. Sabremos lo grandes que Dios nos ha hecho a los bautizados. Sabremos que somos sacerdotes. Y, como María, sabremos también decir: ¡El Señor hecho en mí maravillas!...

 Y volvemos al vaso de arcilla que te hable al principio  en el ejemplo, la arcilla.
 Es la pobreza de tú cuerpo mortal, tú pecado,  por desobedecer a Dios, eso es echado fuera del Reino, porque no es del Reino, la envoltura de tu cuerpo será restablecida en la resurrección de la carne, volverás con ese mismo envoltorio pero con la diferencia de un ser resucitado, todo es nuevo. El último enemigo ósea la muerte, será aniquilada y vivirás la Gloria de Dios.
El mundo está necesitado, enfermo, está pidiendo a gritos que los cristianos nos tomemos en serio nuestra fe, y si esta es pobre, que la cultivemos y pidamos al Padre el Espíritu Santo que  se nos ha dado a todos los creyentes por la fe. Pidamos a Dios sus “dones” (Pedid las cosas de arriba) nos dirá San Pablo en  Colosenses 3, 2. NO atesoréis riquezas en la tierra Mateo, 6, 19-34. Pues todo esto lo vamos a dejar,  son cadáver, carroña para los buitres. Cultivemos las virtudes, los carismas que Dios nuestro Señor se ha complacido en darnos no para nosotros mismos sino para ponerlos al servicio de los demás, nuestros hermanos.
El plan de Dios siempre ha sido el mismo. Dios que es Trinitario, nos ha redimido en la trinidad. Él tiene un plan para ti y para mí, es en comunión donde el plan salvífico de Dios se manifiesta, con la acción amorosa del Padre Creador de todo ser viviente, la impronta de su Presencia en toda la creación. Jesucristo, el Hijo de Dios. Jesús, el hombre, y Cristo es el Ungido, el Misericordioso. El Espíritu Santo, el que da “testimonio” la fuerza de Dios. Los tres, son Uno porque los tres forman el  “Yo soy” ni pasado, ni presente, ni futuro. Dios siempre actúa en el presente.
La Santa Misa, es el mismo sacrificio “no incruento” ósea no por la sangre, pero que se interactúa el mismo sacrificio de la Cruz. El sacerdote al consagrar actúa”in persona Christi”
La cosa es pues al revés, es Cristo el que actúa en el sacerdote realizando lo que éste no puede hacer: por ejemplo, el milagro de la transubstanciación o el milagro de la absolución. Y no sólo en estas acciones pues los sacerdotes “son consagrados… desempeñando en la persona de Cristo Cabeza las funciones de enseñar, santificar y gobernar” (Código de Derecho Canónico 1008).
Así pues el sacerdote sirve a la comunidad parroquial,  en comunión con el Obispo. Cabeza de la Iglesia diocesana,  y también en comunión con el Papa,  Cabeza y Pastor de la Iglesia Universal.
Los laicos, somos también iglesia cuando estamos en comunión con el párroco ósea que participamos asiduamente a los sacramentos, a la oración etc. No es lo mismo ser fieles cristianos de funerales o celebraciones multitudinarias o en actos sociales No. Esos por desgracia no han conocido ni experimentado una conversión, una renovación, un nacer de nuevo. Pues recibieron el bautismo pero no son conscientes de la Presencia del Señor en sus vidas, son como ovejas sin pastor. Y es necesario “ir” a buscarlas a invitarlas es lo que el Papa Francisco nos dice,  (ir a las periferias) a tú vecino, al amigo alejado de Dios, al pobre y socorrerle y después decirle que lo haces porque Jesús lo ama a él y te ha enviado a ti para que se lo digas. "La fe es una llama que se hace más viva cuanto más se comparte, se transmite, para que todos conozcan, amen y profesen a Jesucristo, que es el Señor de la vida y de la historia".
Pero, atención, que esa transmisión no es algo potestativo: "¡Cuidado! Jesús no ha dicho: si quieren, si tienen tiempo, sino: «Vayan y hagan discípulos a todos los pueblos». Compartir la experiencia de la fe, dar testimonio de la fe, anunciar el evangelio es el mandato que el Señor confía a toda la Iglesia, también a ti".
"Jesús no ha dicho: «Ve», sino «Vayan»: somos enviados juntos.  Acompañados de  toda la Iglesia, y también la comunión de los santos, en esta misión... Jesús no ha llamado a los apóstoles a vivir aislados, los ha llamado a formar un grupo, una comunidad".

Y la misión en compañía debe ser "para servir": "Que nuestra vida se identifique con la de Jesús, es tener sus sentimientos, sus pensamientos, sus acciones. Y la vida de Jesús es una vida para los demás. Es una vida de servicio".
La evangelización es un proceso que va del testimonio y el anuncio explícito de Cristo a la formación e inserción en una comunidad de creyentes que viven el Evangelio, meditan la Palabra y se santifican por los sacramentos, viven en la caridad y la esperanza cristiana y son impulsados por el Espíritu a ser fermento de nuevas comunidades. Imaginar,  una parroquia donde haya pequeñas fraternidades o grupos que se reúnan para la revisión de vida, la lectio divina, y luego acudamos juntos a celebrar la Eucaristía!! Que gran espectáculo verdad? La iglesia a rebosar el gozo, la fraternidad, la vivencia, el testimonio.  No como ahora que vamos a celebrar la eucaristía y no sabemos cómo se llama el de al lado, y eso que lo vemos cada domingo…   Ni nos preocupa su situación, ni donde vive etc.  somos “islas” Dios y yo. Como vamos a evangelizar hermanos!! .
Tenemos que saludar, hablar con los otros, hacer una parroquia más acogedora, más humana, con más corazón. Si una parroquia hay solo grupitos, mis amigos, si solo saludamos a los conocidos,  como vamos a contagiar a los alejados? Es incoherente esto no se debe de hacer si de verdad queremos crecer como comunidad viva y evangelizadora debemos de cambiar el chip un resetear nuestro ordenador mental y nacer de nuevo Jn 3, vs 2-3-4. A Nicodemo le cuesta entender lo que Jesús le está enseñando sobre el Reino. ¿Nosotros también somos un poco como Nicodemo o no’
Podemos pertenecer a un movimiento laical o grupos claro que si, pero no debemos de olvidar las parroquias, es allí donde se celebra de una forma más eclesial, los grupos o movimientos son como cargadores de “pilas” donde se reza, se forman, para luego ir a la parroquia a celebrar y compartir,  sino volvemos a lo mismo. Yo y mi grupo, yo y Dios.
No somos “Islas” estamos llamados a ser COMUNIDAD
Rafael Verger
Paz y Bien

Comentarios

  1. Muy buena la explicacion, me ha ayudado mucho Antonio

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  2. S'explicació és molt interessant és lo que deuríem fer es cristians
    Juan Antonio
    Soller

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