LLAMADOS HA ADORAR AL TRES VECES SANTO
Muchas personas no saben bien qué es la adoración; algunos
creen que la adoración es una música suave, en cantarle, o estar adormecidos,
no pensar en nada, solo estar e incluso aburrirse en el estar, pero en realidad
la adoración es la expresión de la vida de alguien que ama a Dios. Es la
exteriorización de una vida que tiene comunión con Dios y lo ama.
A veces parece que tenemos un momento dedicado a la
adoración en la iglesia, cuando en realidad la adoración debiera ser todo el
culto, debiera ser antes y después también. Repito, la adoración es la
expresión de una persona que conoce a Dios, que sabe quién es su Dios y le da
gloria por el conocimiento que tiene de parte de Él, o sea, la revelación que
Dios le da. Dios me habla y me hace ver cosas que yo no entiendo; Él tiene
misericordia de mí cuando peco y se acuerda de mí cuando estoy en una situación
de tristeza, angustia, afán o ansiedad. Es Dios quien me sustenta y un sinfín
de cosas más, que cuando se hacen realidad en mi vida, en mi corazón, yo comienzo
a ver esa grandeza, esa paternidad, esa preocupación de Dios por mí, que dio a
su Hijo por mí, y empiezo a ver todo lo que es para mí y que Él no duerme y
vela por mis sueños mientras yo duermo.
El salmista decía: “He aquí, no se
adormecerá ni dormirá el que guarda a Israel” (Salmo) No permitirá que tu pie
resbale; jamás duerme el que te cuida
Jamás duerme ni se adormece el que cuida de Israel. Salmo 121:3 y 4). Yo puedo
dormir tranquilo porque el que me guarda vela por mí. Y eso produce en mí un
enamoramiento y una revelación que me lleva a tener una vida de adoración y de
gratitud a Dios. Entonces vivo para reconocer al Dios que he conocido. Y si no
lo conozco bien, ¿qué voy a adorar? Haré lo opuesto como enojarme y quejarme;
pensaré que Él no se acuerda de mí ni ve lo que me pasa. ¡Que pobreza de
espíritu!
Cuando yo sé que Dios me ve, me escucha y está conmigo tengo
razones en todas las circunstancias para darle gloria a Él. Cuando sé que
ninguna cosa me hará daño porque a los que a Dios aman, todas las cosas ayudan
a bien, entonces le doy gloria a Dios. ¡No tengo otro motivo para vivir que no
sea darle gloria a Dios! Y de esto se trata la adoración. No se trata de un
momento del culto de cantar canciones lentas,
sino de una vida de reconocimiento. Y eso es lo que necesitamos
profundizar. Porque si yo no veo a Dios obrar en mi favor en cualquier
situación, entonces no tengo ganas de adorar; pero si yo veo continuamente que
Él está obrando a mi favor, eso produce en mí, gratitud y adoración.
A propósito de esto me refiero al Salmo 138 “Señor tú me
sondeas y me conoces” he llegado a
entender que me rodeaste por delante y por detrás, no hay nada que se te pase
desapercibido; he llegado a entender que aun cuando no he pronunciado palabra,
tú ya sabes lo que iba a decir. Tú has conocido mis pensamientos antes de que
yo los piense. Me he dado cuenta que eres demasiado grande. ¿Y este
conocimiento de dónde viene? ¿Cómo puede demostrar el salmista David que esto
es realmente como lo ha escrito? ¡No puede! Lo sabe porque ha tenido un
encuentro continuo con Dios y cuando alguien tiene un encuentro continuo con
Dios, alcanza a entender lo que no comprendía, alcanza a ver lo que no veía y
comienza a vivir cosas increíbles. Uno entra en una dimensión de relación con ese
ser maravilloso que es nuestro Creador y a su vez nuestro Salvador, y a su vez
es nuestro Padre.
Y cuando comenzamos a dimensionar quién es Dios, decimos como
David: “Tal conocimiento es demasiado maravilloso para mí”. ¡De ahí surge la
adoración! Entonces declaramos: “¡Qué grande eres Dios! ¡Qué bueno y
misericordioso eres! Cuando no veo y no entiendo no tengo motivos para adorar;
pero cuando veo y entiendo me doy cuenta que Dios es demasiado maravilloso como
para no adorarlo Un adorador es una persona que se acerca a Dios y descubre
quién es Él y qué es lo que hace. Y lo que Él es me maravilla, y lo que Él hace
me maravilla; yo lo exalto y le doy toda gloria y honor. Si no adoras a Dios es
porque no lo has conocido, porque quien lo conoce queda deslumbrado. Los
grandes místicos nos han revelado esa adoración en espíritu y en verdad.
La adoración incluye humillación; el término adorar sugiere
postrarse. Los magos de oriente, cuando llegaron a adorar a Jesús, el Rey que
había nacido, se postraron delante de Él. En aquel entonces, los reyes eran
adorados ya que eran considerados divinidades y la gente se postraba ante un
rey. ¿Qué significaba eso? Cuando un rey conquistaba a otro, se hacía una gran
ceremonia y le traían al rey conquistado, a quien hacían postrar delante del
rey vencedor. Eso significaba humillación. Es decir: “Te reconozco como Señor
de mi vida y de mi nación. Reconozco que tienes poder y autoridad sobre todo lo
que yo poseía. Ahora tú eres el que reina”. Estar postrado delante del otro rey
significaba reconocer: “Todo lo que tengo es tuyo, nada es mío y estoy a tu
servicio”. La Biblia enseña que esto hay que hacerlo sólo delante de Dios.
Ningún rey es dios. Nadie es divino, sólo Dios. Cuando el diablo tentando a
Jesús, le ofrecía todos los reinos de la tierra con la condición de que
postrado le adorase, Jesús le respondió: “Vete, Satanás, porque escrito está:
Al Señor tu Dios adorarás, y a él sólo servirás” (Mateo 4:10).
A nosotros como iglesia de Jesucristo nos hace falta adorar
más a Dios. A veces estamos tan distraídos que no nos enfocamos en la grandeza
de Dios. Yo te pregunto, ¿en qué momento habría que enfocarse en la grandeza de
Dios? ¡En todo momento! Y si en todo momento yo puedo ver la mano de Dios y
reconocer la grandeza de Dios, mi corazón se transforma en un corazón adorador.
El día que entendamos quién es Dios, vamos a dejar de ser
fans de determinados estilos musicales, porque algunos quieren adorar solo con
rock y otros con danza; pero eso es lo que nos gusta a nosotros.
El día que te vuelvas fan de Dios no te va a importar con qué. ¡Con todo nuestro ser vamos a adorar a Dios! Me da una tristeza al terminar la misa cuando hemos recibido al Rey de Reyes, en un minuto o dos ya pasamos a los avisos, y a la calle. Y ese espacio de adoración, de acción de gracias, dónde está?
El día que te vuelvas fan de Dios no te va a importar con qué. ¡Con todo nuestro ser vamos a adorar a Dios! Me da una tristeza al terminar la misa cuando hemos recibido al Rey de Reyes, en un minuto o dos ya pasamos a los avisos, y a la calle. Y ese espacio de adoración, de acción de gracias, dónde está?
Hemos
perdido el mejor momento para contemplar el Misterio de Dios y adorarle.
Y ese día que recuperemos esa Presencia la gloria de Dios
será visto en nuestras vidas, porque la adoración, que es la máxima expresión
de amor, produce intimidad con Dios, y la intimidad con Dios produce revelación
y conocimiento de Dios. Él no le abre el corazón a cualquiera, sino a quienes le aman. ¿Quién conoce el
corazón de Dios? ¡El que le ama! A quien no le ama, Dios no le muestra su
corazón. ¡Entiéndelo de una vez por todas! No es tu inteligencia ni tu
sabiduría, no es tu conocimiento bíblico; es tu corazón abierto a Dios que hace
que su corazón se abra para ti, y ahí viene la
revelación y conocimiento.
Es en ese momento que te vuelves terco y
dices: “Ya lo sé” ¿Pero por qué sabes? “No sé, pero sé porque Dios me lo
reveló”. Se hizo luz de parte de Dios de algo que no entendía. ¿Cómo iba a
entender el Rey David que había un libro
donde estaban escritas todas las cosas? ¿Cómo iba a saber si no fuera porque
Dios se lo reveló?
Le sucedió a Job una calamidad repentina, pero él era un
hombre que estaba acostumbrado a tener trato con Dios. Leemos en Job 1:20:
“Entonces Job se levantó, y rasgó su manto, y rasuró su cabeza, y se postró en
tierra y adoró”. El momento de calamidad y de muerte, también es momento de
adorar. Tú no sabes qué hará Dios con tus circunstancias, pero sabes que Él es
bueno, sabes que es justo y maravilloso, entonces, tú puedes adorar, aunque no
entiendas. ¿Qué pasó con Job? Que Dios estaba por darle una gran lección a la
humanidad por miles de años por medio de la experiencia de Job. Eso no lo sabía
Job, pero podía adorar.
Jesús dijo: “Mas la hora viene, y ahora es, cuando los
verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también
el Padre tales adoradores busca que le adoren. Dios es Espíritu; y los que le
adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren” (Juan 4:23 y 24). Los
que adoran son los únicos que pueden ver y contemplar la grandeza de Dios. Los
que adoran ven la perfección de Dios. Necesitamos transformarnos en una iglesia
de adoradores. Tenemos que adorar, no de la boca para afuera; tenemos que
adorar de corazón. Tenemos que conocer y honrar a Dios. Debemos pedirle perdón a
Dios porque realmente no lo hemos conocido ya que no le adoramos y sólo nos
quejamos, o venimos a mendigarle, dame esto, aquello, por fulano, por mengano,
etc. Somos mendigos y no sabemos “ver” al Rey de la Gloria.
Quien ignora la
existencia de los dones del Espíritu Santo, ignora la vida espiritual; quien
ignora los dones espirituales desconoce acerca de lo que Dios quiere hacer,
entonces no puede hacer la obra del Señor. 1ª de Corintios 12:1
Dice Romanos 10:14: “¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el
cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo
oirán sin haber quien les predique?” ¿Cómo van a creer en Cristo? ¿Cómo van a
ser perdonados los pecados si no hay quien les hable? Cuando alguien ignora el
amor de Dios y el perdón de sus pecados, cuando ignora que puede tener acceso a
la vida eterna, entonces está fuera del conocimiento del gran poder de Dios. El
milagro más grande de todos es que tus pecados sean perdonados, que seas
engendrado por el Espíritu Santo y tengas vida eterna. ¡Dios no quiere que te
quedes sin la vida eterna!
Corintios 12: 4
dice: “Ahora bien, hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo”. Los
dones son habilidades y capacidades del Espíritu que operan en el creyente.
Ahora, los dones naturales son de la persona, están en el alma de la persona,
pero los dones sobrenaturales son regalo del Espíritu Santo. Nos dice 1ª de
Corintios 12.4-11: “Ahora bien, hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el
mismo… Porque a éste es dada por el Espíritu palabra de sabiduría; a otro,
palabra de ciencia según el mismo Espíritu; a otro, fe por el mismo Espíritu; y
a otro, dones de sanidades por el mismo Espíritu. A otro, el hacer milagros; a
otro, profecía; a otro, discernimiento de espíritus; a otro, diversos géneros
de lenguas; y a otro, interpretación de lenguas” (1ª de Corintios 12: 4, 8 al
10). Aquí dice que a uno le dio palabras de sabiduría, y a otro le dio otra
cosa y a otro le dio otra cosa, para que nadie se crea que las sabe todas.
Nadie se crea que es más importante, o que se las sabe todas, o por el hecho de
la imposición de manos, que tiene todos
los dones, porque quien tiene todo,
todo, es Dios. Y a aquel a quien Él
quiera revelárselo Lc 10. 22
Alabado se Jesucristo amen aleluya
R,V.
Que maravilla bendito sea Jesucristo! no se quien es R,V. pero tiene que ser una gozada hablar con él estoy seguro que es un alma de Dios de los que hacen falta. Gracias hermano o hermana laico ocura
ResponderEliminarRicardo
Sevilla
Hola em dic Joana Maria som natural de Sineu tenc 48 anys, ara per casualitat he descobert aquest blog i em sento cridade a un estil de vida com sa vostre. em adresere a l'email i em agradería poder coneixer mes el vostre carisma.
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