Debemos tener en cuenta que observando la panorámica que
nos rodea, ser un cristiano comprometido hoy no está de moda. No tiene
demasiado aliciente en una sociedad tan avanzada en la ciencia y en la
tecnología, que el hecho religioso, la existencia de Jesús, y por tanto una
posible llamada a su seguimiento, no encuentran demasiado eco en nuestra
sociedad tan moderna y sofisticada. Pero el Señor sigue llamando hoy, aquí y
ahora, son “llamadas nuevas”, porque es el Espíritu Santo el que las hace
posibles y Él sopla donde quiere,
cuando quiere y como quiere. Eso no implica que no haya
dificultades para saber escuchar y así poder responder mejor. Entre ellas se
encuentra; Existe una dificultad en la transmisión de la fe hacia nuestros jóvenes.
En el clima familiar no se vive con tanta intensidad tal realidad. Los jóvenes
que asumem un compromiso evangélico con una dimensión de su bautismo o vida religiosa
lo hacen como primer paso en un ambiente sino contrario u opuesto, al menos si
indiferente y con cierto rechazo social. La dimensión de fe, es decir de
creyente se hornea en el hogar familiar. Exactamente igual cuando se producen
encuentros de amigos y familiares, donde se les cuestiona abiertamente su
opción personal
El proceso de secularización provoca una sociedad
secularizada, indiferente a la religión o más materializada y consumista. La
vida cristiana pierde fuerza y garra cuando no se asume con toda intensidad
jugarse la vida por unos ideales que tengan una fuerte connotación
transcendente sin perder de vista la realidad en la que nos encontramos
insertos. Para una verdadera inserción personal como comunitaria es necesario
vivir de manera adecuada y coherente la vida de fe por la que seguimos a
Jesucristo.
Vivencia crítica y de fuerte enjuiciamiento del pasado.
Todo el diálogo entre fe y cultura puede producir efectos contrarios o diversos
a los que se pretende. A veces se reduce la fe, se purifica la fe y se puede
llegar a eliminar la fe, por supuesto dentro de la vida de los creyentes. Todo
lo pasado ha sido malo, todo lo actual es bueno. Ya se sabe que generalizar
nunca es bueno y por supuesto no es clave para dar respuestas acertadas,
comedidas y equilibradas. Se puede y se debe realizar la crítica constructiva,
pero debemos tender previamente a formalizar nuestra propia autocrítica.
Desaparición de la vida ascética y mística, que provoca
una perdida continua de los ideales, las utopías, el espíritu de sacrificio, de
abnegación, de superación de las dificultades que existen no solo ya en la vida
consagrada sino en la vida civil. A veces se tiene la sensación de que los
jóvenes se quieren quedar en una situación cómoda, muelle, sin demasiadas
exigencias. Esto ha llevado a instalarnos en una época del postmodernismo o de
la postcristiandad, donde el individualismo campa a sus anchas, asistimos a la
desaparición de las utopías y a la fragilidad de los “compromisos definitivos”.
En muchas ocasiones rige especialmente el llamado “culto al sentimiento”: esto
me gusta o no me gusta, me agrada o me desagrada. Todo es ambiguo.
Es verdad, el Señor ha resucitado verdaderamente” Ahora
ya es el seguimiento desde la fe experimentada en la Pascua. Los apóstoles son
los mismos, con sus limitaciones y debilidades, pero es la fuerza del Espíritu
el que hace posible dicho cambio. Es la historia personal la que queda animada
y asimilada por la fe. Del miedo a la cruz se pasa a la alegría expansiva de la
resurrección el gozo de saberse salvados. De todo cansancio y desesperación se
han vuelto a reunir en el seno de la comunidad que les acoge esperanzada. La fe
pascual es ante todo un don de Dios que se da gratuitamente.
El seguimiento de Jesús supone acoger, aceptar y comulgar
con su praxis mesiánica que es espiritual, social y moral. Seguir a Jesús desde
la experiencia post-pascual es vivir desde la solidaridad, desde la esperanza y
desde la caridad
La fe radical se hace verificable desde el encuentro
personal con Jesús, como en el caso de los discípulos de Emaús. Experiencia
cercana y próxima. Experiencia intima de encuentro con el Señor que
verdaderamente ha resucitado. La fe radical necesita de un conocimiento
personal de Jesús. Si queremos seguirle será necesario conocerle y hacerlo a
fondo. Esta fe vivida como una opción radical necesita de un profundo,
auténtico y firme amor por Jesucristo. Este amor consiste en salir de uno
mismo, renunciar a las propias ideas e intereses y adecuar el centro de nuestra
existencia en la persona de Jesús. La apuesta por esta fe radical, proyectada
desde la vida del creyente y seguidor de Jesús es tratar de descubrir que todo
adquiere un sentido pleno desde la caridad, desde el amor y la confianza que
solo Él nos puede dar
El hombre y el joven necesitan de lo sagrado, necesita
volver la cara hacia lo transcendente. Sin el sentido de lo divino no podemos
responder a las exigencias inmediatas de los hombres, a poder proporcionarle un
necesario alivio a tantas angustias y frustraciones, pero no cabe duda de que
la huida de la realidad va a suponer siempre una legitimación de las
injusticias y desigualdades. Sin Dios, por muchos proyectos sociales,
económicos, culturales, educativos, sanitarios, etc., marcados por estos individualismos
tan globalizados, no podremos ofrecer más que alienación. La Buena Noticia como
palabra de Dios será la única alternativa a este mundo globalizado si queremos dar
esperanzas a todo hombre y liberarle de todas sus pobrezas, pero ahondando en
sus causas y transformando la realidad que provoca dicha pobreza.
La respuesta pasa
necesariamente por una vuelta a lo sagrado, al sentido de Dios, a lo transcendente,
pues sin Él, nada tiene sentido, carece de valor. Pero no se trata de espiritualidades
descafeinadas, sin fuerza ni sabor, espiritualidades espiritualistas... sino
una vida de fe, de interioridad que lleve de manera inexorable al compromiso
cotidiano en la lucha por la justicia, en lucha contra el sufrimiento humano que
sólo puede darse y ofrecerse desde la caridad, desde el amor.
La única manera de llegar a buscar a Dios pasa
necesariamente por el itinerario de Jesús, que es camino, verdad y vida. Para
llegar a Dios necesitamos pasar por Jesús, pero también será incuestionable
caminar desde los hermanos. Esa contemplación tendrá su eje en la oración
personal y comunitaria. La oración ha de estar en sintonía y referencia
constante a Cristo. Es su doctrina y sus vidalas que nos implican, caracterizan
y fundamentan nuestra contemplación.
El testimonio de vida
Es preciso, significar
desde el corazón y desde la razón, la vida de fe en Jesucristo. Es fundamental
tener en cuenta que la vivencia de Jesús, desde la oración, el diálogo directo,
el sentido de fraternidad y la acción pastoral, nos hará testigos sinceros ante
un mundo hostil, que ya no asume las palabras y los discursos sino más bien el
testimonio personal. Es el Señor resucitado el que nos envía a predicar la
Buena Nueva, en todo tiempo y espacio. No nos anunciamos a nosotros mismos. Es
primordial difundir la fe, en el Señor Jesús. Estamos en tiempos recios, en los
que se debe asumir por todos los cristianos, el sentido del testimonio
cristiano, que ayuda a los demás a acercarse y vivir con mayor profundidad el
plan de Dios. La
necesidad y la urgencia de salir al encuentro del hombre
en las periferias existenciales, son nuestros hermanos y es el Señor quien nos
manda a anunciarles que El ha muerto por ellos y que son llamados a la Vida
Eterna.
Rafael Verger
Muy bien hermano Rafael, una reflexión muy interesante en los momentos en que nos toca vivir donde como dices la fe no esta de moda. Es muy difícil llegar a las periferias como dices, las herramientas que poseemos o no son válidas para este momento, o no nos atrevemos a buscar y arriesgarnos por las nuevas,. Mucho se ha hablado del Sínodo, de encuentros laicales etc. Pero todo se queda en aguas de borrajas..... El miedo, la poca fe, etc. son las que paralizan muchas veces el lanzarse a comprometerte con una acción pastoral. Tan y como van las cosas parece que ya no tendremos tiempo para nada, una guerra nuclear se esta asomando por el Norte y que nos queda? Tendremos tiempo,,,,
ResponderEliminarParaules molt boniques amic meu, però difícils de seguir. Portem 2000 anys i seguim igual que al començament de l'Església, Els pecats de l'Església o dels capellans són un escandal fins i tot per als qui creuen. Tot es resumeix a; poder econòmic, manipulació de consciències, pors, inferns, i moltes més. Com es pot creure a l'Església? no són els que segueixen Jesús? Jo no sóc sant, però no presumeixo de la santedat d'una institució caduca.
ResponderEliminarFco Arnau
Catalunya