¿Eres discípulo de Jesús?
Discípulo de Jesús
Cuando se proclama el mensaje de
Dios en Jesucristo, la Iglesia evangelizadora no debe olvidarse de que este
anuncio no se lleva a cabo en el vacío de prácticas religiosas. Porque el
Espíritu Santo, el Espíritu de Cristo, está presente y obra entre quienes
escuchan la Buena Nueva, aun antes de que la acción misionera de la Iglesia
empiece su proclamación.
En muchos casos, esas personas
tal vez ya han respondido interiormente al ofrecimiento de salvación de Dios en
Jesucristo; una señal de ello sería la práctica sincera de sus propias devociones
religiosas. Tal vez ya fueron tocados por el Espíritu Santo y, en cierto modo,
sin saberlo, asociados al misterio pascual de Jesucristo. Aprender de Jesús
mismo y observar los tiempos y las estaciones como sugiere el Espíritu, cada
uno crece en su tiempo.
También sus discípulos más
cercanos, como atestiguan los evangelios, alcanzaron la fe plena en su Maestro
sólo a través de la experiencia pascual y el don del Espíritu Santo. Por eso,
los que desean ser discípulos de Jesús hoy, deberán pasar a través del mismo
proceso de descubrimiento y compromiso. Así, el anuncio que realiza la Iglesia
tiene que ser progresivo y paciente, ir al paso de quienes escuchan el mensaje,
respetando su libertad y también su lentitud en creer. Para ello una comunidad
de discípulos tiene que acoger a los llamados, y guiarlos a la plena
conversión.
Enamoramiento y anuncio
Esta dicotomía tiene que ser
real, no puedo anunciar aquello que para mi se basa en el anuncio. Un verdadero
discípulo, es aquel que en el fondo de su corazón está “enamorado de su Señor”
solo el alma enamorada es capaz de hablar a tiempo y a destiempo de lo que ella
misma vive y siente. Aquí no se trata de
esas “mariposas en el estómago” como vulgarmente se denomina el enamoramiento,
sino que va más allá, es tener en la mente y en el corazón la Vos de su amado.
Ese amor se convierte en una necesidad de comunicarlo, porque no es algo para
uno mismo, sino que es un amor comunicativo, explosivo y radiante.
Religión, mundo y el Yo
Para mi esta tricotomía es muy
peligrosa para el discípulo de Jesús, ahora me explicare. No puede un discípulo
asentar su fe solo en una religiosidad popular, separando lo que cree de lo que
vive.
Las modas, la tecnología y el
quedar bien ante el mundo, nos atrae de tal modo que nos olvidamos de nuestra misión
como cristianos. Es como un dividir por tres nuestro hacer en el mundo, muchas
veces el hablar de Jesús nos puede acarrear inseguridad, miedo a anunciar
nuestro modo de pensar como creyentes, incluso ante cualquier adversidad que
nuestro prójimo viva, podemos quedarnos mudos para que no se nos tache de “beatos
de iglesia” sin pensar que esto es una estrategia que emplea Satanás en nosotros.
Nos da vergüenza de manifestar nuestra fe en público y más si este público no
nos conoce.
Es lo mismo que; cuando cometemos
un pecado él nos quita la vergüenza, pero cuando tenemos que confesarlo
sacramentalmente, nos acusa con la vergüenza, todo esta en su plan para
apartarnos de nuestro propósito.
El amor a uno mismo a nuestro yo
es semejante al anterior, en mi vida personal, la que soy y vivo para mí, es mi
santuario. Aquí soy y actuó como yo quiero. En mi intimidad solo existo yo, mis
sueños, etc. Toda esa parte es mía y ni Dios puede entrar sin mi permiso. Se
que es fuerte lo que acabo de decir, pero si nos fijamos en el “libre albedrio”
veremos que Dios mismo retrocede ante este escudo entre él y yo.
Cuando el amor nos visita, estas
tres tricotomías están muy entrelazadas entre sí, es difícil separar una de
otra, incluso en nuestros amoríos particulares. El amor, es ese sentimiento que
enloquece la mente, la razón pasa por ser inhibida por ese sentimiento que la
misma palabra ya la define, siento y miento. No es que diga que no es verdad lo
que siento, no, pero lo que siento puedo incluso mentirlo, porque entra en el yo
de la persona, en su libertad como tal.
Dios mismo nos llama a la Unidad,
no podemos ir separados entre lo que pensamos, decimos y hacemos. La pedagogía de
Dios es ser UNO, uno en todos y en todo. Él mismo conoce nuestras debilidades,
y sabe mejor que nadie lo que sucede, porque él es hombre, (se hizo igual a
nosotros, a nuestra naturaleza) la palabra conocer equivale a intimar, ósea a
lo más íntimo de la persona. Vivir el
Reino de Dios, es vivir en la Unidad de Dios. No hay separación de uno de lo
otro, todo es todo.
Hablar sobre Dios siempre será un
reto, pero además es una aventura fascinante, siempre y cuando parta de los
puertos del amor, y la comprensión mutua, alejada de toda agresividad,
fanatismo, rivalidad. A quién es el Amor, no se le anuncia sino desde el amor. Para
hablar a los hombres sobre Dios, hay que hablar mucho a Dios de los hombres. En
todo momento, la oración es el punto de partida. Recuerda que en ella nos
encontramos.
Rafael Verger FdJ
Me gusta porque eres directo y no te vas por rodeos, es lo que necesitamos oír de nuevo, quizás hemos equivocado la pedagogía en enseñar. Soy catequista y deberíamos de tomar en serio la nueva evangelización.
ResponderEliminarEstamos ante una encrucijada que cada vez son menos los que participan de la vida de la iglesia, estamos desorientados, los que deberían de gritar callan, ¿hacia dónde vamos?
Andrés López
Valencia