·EL BESO DE DIOS"

 




EL BESO DE DIOS “Su Cuerpo y su Sangre”

 EL REGALO DE DIOS A LA HUMANIDAD

 

¿Quién no ha dado o a quién no le han dado un beso? El beso tierno de la madre a su hijo recién nacido o el del hijo agradecido ante la caricia de su madre. El primer beso de los enamorados que nunca se podrá olvidar, el beso de la despedida del hijo a su padre que tal vez nunca más volverá a ver. El beso traidor de Judas a Jesús o el de la mujer que enjugaba y besaba los pies del Maestro. Un beso hoy puede ser algo muy normal y natural, nos saludamos, nos despedimos de beso en la mejilla, y sobre todo, el beso tiene una función  social humana determinante en el proceso de cortejo.

 Se considera el beso como el acto de presionar los labios contra la superficie de un objeto, contra los labios o la piel de otra persona, como expresión social de afecto, de saludo, de respeto o de amor. En la estructura de muchos organismos animales, los labios son un foco sensitivo y funcionan primordialmente como auxiliares en la identificación del entorno y en la emisión de sonidos, también como herramientas de succión. Ante todo, el beso es muestra de una plena identificación con la persona que se ama, es una fuerza de absorción, de unión entre las personas que se besan. De ahí el valor y la importancia de la figura que utiliza santa Teresa para expresar la manera como Dios se dona al hombre y como Él quiere “absorbernos” por medio de la Humanidad de Cristo para unirnos a Él.

 El beso es el mejor símbolo para expresar la experiencia de una persona a quien Dios ha enamorado, de manera que, como la esposa del Cantar de los Cantares, se atreve a pedir: “béseme con los besos de su boca” (Cant 1,1). Santa Teresa habla sobre “el beso de Dios” al comentar algunos pasajes del texto del Antiguo Testamento que lleva por nombre  “Meditaciones sobre el Cantar de los Cantares ”.

Teresa hace la gran recomendación de acercarse al Sacramento de la Eucaristía con gran fe y amor para que el alma quede rica (Mc 3,13). Pues este es “el sacramento del beso”

Ya no como beso de Dios que absorbe al hombre, sino como el hombre que tiene la posibilidad de besar a Cristo, beso que absorbe al Amado, regalo que da el Espíritu Santo a las almas, Es un amor suavísimo de Dios que entra en el alma con gran suavidad, la contenta y satisface sin entender cómo ni por dónde entra aquel bien.

Le comunica Dios grandes verdades, le hace ver la vanidad del mundo aunque no ve al Maestro que la enseña, la fortalece en las virtudes y la deja en alabanzas al Señor. Teresa ha vinculado, la oración de unión en sus Meditaciones, con la Cena del Señor y con la Cruz por la referencia que hace al pecho y costado de Cristo según el Evangelio de Juan.  Teresa no se queda ahí y avanza para ver cómo el Señor sigue alimentando al alma con manjares más fuertes y lo que debe hacer la persona a quien el Señor conceda la gracia de estar metida y abrasada en el mismo sol. 

 Y es precisamente, por medio del sacramento de la Eucaristía, donde Dios se nos da como el gran beso para seguir dando muestras de amor al hombre, para fortalecerlo en su camino de oración y de configuración con Cristo y le ofrece la posibilidad de devolverle el beso, la posibilidad que tiene el hombre de “absorber” a Dios, al comer y beber de su Cuerpo y de su Sangre.

 Nos queda a nosotros dejarnos besar por “los besos de su boca” para que de esta manera experimentemos Su amistad y paz y sirvamos desinteresadamente a los hermanos.

 El único que pudo hacerse una sola cosa con la persona amada es Jesús, y de la forma más asombrosamente sencilla que podamos imaginar: haciéndose pan, haciéndose alimento, para que quien lo coma y lo beba no tenga  más hambre y sed

 Y así nos encontramos hoy a Cristo rogando con su amor, rogando con su alimento, poniendo todo su corazón, toda su persona, todo su amor, en el alimento que nos ofrece con su propio cuerpo y su propia sangre. Pudiera parecernos una frase de cumplido, o una frase bonita, pero no podemos considerarlo tal, si Cristo dio su vida.

  La verdad que esto les pareció un ofrecimiento monstruoso y fuera de sentido a las gentes que oyeron con sus propios oídos el ofrecimiento de Cristo. Les pareció monstruoso, y Cristo no les corrigió, porque iba contra todo lo que ellos habían vivido y entendido. No les pareció razonable comer el cuerpo, la carne de otra persona, y mucho menos beber su sangre, porque para ellos la sangre era sagrada, portadora de la vida, y no la probaban.

 Y Cristo no los corrigió, como corregía a otras gentes cuando entendían mal su mensaje. Así pasó con Nicodemo, que no se imaginaba como podría uno volver a nacer, o a la samaritana, junto al pozo, que no acaba de entender cuando Cristo le proponía darle el  agua de la Vida

Y así, hoy Cristo nos sorprende con frases que se repiten una y otra vez, machaconamente, instantemente, rogándonos casi con su amor, porque nos quiere tanto que quiere que todos le recibamos, y nos transformemos en él al momento de entrar en comunión con su Cuerpo y su sangre.

 Oigamos simplemente las características, lo que puede ocurrir a quien lo reciba, a quien lo acepte, a quien comulgue con él: El que me come... Vivirá para siempre... tiene vida eterna y yo lo resucitaré el último día... permanece en mí y yo en él... vivirá por mí, de la misma forma que yo vivo

 Para los creyentes, el comulgar con el Cuerpo de Cristo, en la forma más espectacular y la más cercana de unirnos con él pues entre los sacramentos de la Iglesia, el sacramento eucarístico es el que hace presente en el corazón del creyente, la mismísima persona de Cristo.

 

Rafael de Jesús

 

 


Comentarios

  1. Querido Rafael Una vez más quiero agradecerte toda la ayuda que recibo a través tuyo… Me estás ayudando a vivir en uno de los momentos nada fáciles de mi existencia.. Siempre pienso que eres ese ángel que Dios me envía.. Gracias!!! Siempre Gracias!! Desde la admiración y la gratitud te abrazo. Lola

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