La vocación contemplativa en el mundo secular


 

La gracia de la vocación contemplativa secular conlleva necesariamente la pasión interior que nos consume, que es el amor apasionado que Dios infunde en nosotros por medio del Espíritu Santo. Y eso lo tiene que empapar todo y de forma consciente. Cualquier recorte o condicionamiento que pongamos a esa pasión es una limitación a nuestra vocación y a nuestra identidad. Este amor, para que sea auténtico, debe traducirse en la vida real de manera concreta, tanto en la soledad del desierto o del monasterio como en la vida secular. Y lo concreto de las obras en las que se proyecta la pasión de Dios tiene que servir de base para el discernimiento de la autenticidad de la propia vocación y misión contemplativas.

No basta con hacer cosas buenas ni con hacerlas bien; hemos de hacer exactamente lo que Dios quiere que hagamos y exactamente del modo concreto en que quiere que lo hagamos, muchas veces queremos que Dios se amolde a nuestros planes, muchas veces las inspiraciones son de nuestro yo, el egoísmo humano nos asalta y nos confunde. No lo que yo controlo es la voluntad de Dios, muchas veces la voluntad de Dios te lleva por andaduras muy diferentes a las que tú mismo esperas.  Otras veces se nos presenta como un bien mayor, pero ese bien casi siempre viene acompañado de una renuncia, y es por aquí que nuestra voluntad es requerida a una conversión.

 

Ser contemplativo hoy en día en este mundo secularizado se requiera un gran equilibrio emocional, natural y sobrenatural. Dios nos llama a entrar en las estancias interiores, allí donde somos realmente nosotros mismos, donde la realidad sale al encuentro con el huésped del alma. Este proceso no es una tarea fácil, sino que se requiere de constancia y arreglo de la libertad humana, Dios no nos llama a cosas imposibles, Él viene en nuestra ayuda, no estamos solos en este camino espiritual. Ha media que nos adentramos en la oración contemplativa Dios mismo nos regala una manera de hacer oración, y nos llama a mantenerla fielmente como motor de nuestra vida, pero acabamos convirtiéndola en una excusa para vivir una vida a nuestro gusto -por generosa que sea- como si fuéramos fieles al gusto de Dios.

Realmente, todo esto, que parece tan complicado y difícil, pero es muy simple: todo se resuelve en la oración verdadera, que no es otra cosa que la pasión de Dios, el ámbito sagrado en el que yo establezco una comunión apasionada con Dios, que me permite decir con toda verdad, como la esposa del Cantar de los cantares: “Mi amado es para mí y yo soy para mi amado”  La invitación por parte del Espíritu no es “hoy te llamo a una cosa y mañana a otra, ni Él tiene que acomodarse a lo que hoy siento o no siento, si fuera así seriamos manipulados por la sensiblería del momento.

Podemos pasar horas ante el Santísimo Sacramento y a penas pronunciar una oración. ¿Cómo entender el sentido de este equilibrio para llevarlo a cabo en nuestra vida? Por un lado, hay que reconocer que vivimos y nos santificamos en el tiempo y en este mundo, que es donde se desarrolla nuestra vida real. Pero, por otra parte, trascendemos el tiempo por medio de la oración, puesto que entramos en la comunión de intimidad con Dios, que está fuera del tiempo. Al acercarnos a Dios en la oración, llevamos con nosotros a ese encuentro todo lo nuestro; de modo que, por la oración, entramos en el tiempo y en el mundo de Dios, llevando con nosotros todo lo que forma parte de nuestra vida, desde lo más pequeño a lo más grande: las cosas de cada día, las personas que nos rodean, el

mundo entero con sus necesidades y sufrimientos, y la Iglesia con todo lo que comporta.

 

Vivir en el mundo exige reconocerlo como obra de Dios y don suyo, lo que lo convierte en instrumento de santificación; de modo que la vida humana en el mundo real se vive con la luminosidad sobrenatural de un diálogo vivo de amor con Dios paralelo al de la oración, como si fuera otro modo de orar. Lo más importante es que cuando el espíritu nos llama a una oración silenciosa, a un estar frente a frente con el alma de Dios, ese recogerse para encontrarse, allí en este estado es cuando se nos inunda la gracia para establecer los diálogos interiores que solo son reconocibles por el Espíritu de Dios.

Estando los sentidos recogidos, es cuando según santa Teresa, podemos subir a alturas más altas donde la inteligencia humana no puede descifrar.  Se trata de entrar en los aposentos reales del Ser mismo de Dios.

Muchos son los llamados y pocos son los que consiguen entrar en ese dialogo intimo con el Amado. Y digo pocos, porque al estar tan sujetos a tantas cosas se nos olvida esa invitación más profunda, donde el Espíritu nos revela y enseña todo en silencio. Esto supone que mi vida tendrá necesariamente un estilo diferente, muy distinto a lo que el mundo propone e, incluso, a lo que vive la mayoría de los cristianos. 

El verdadero cristiano no es el que no se distingue en nada de los demás, pero va a misa y hace sus oraciones. El discípulo de Cristo tiene una vida peculiar, con un estilo claramente distinguible, porque la transformación que el Señor realiza en nosotros y nuestra unión con él tiene un efecto tangible: uno nota la fuerza interior que le da Dios, no sólo en el fervor de la oración, sino también en el sentido que le da a la cruz y a las dificultades; y también nota una transformación en los sentimientos, actitudes, comportamientos, que hace que sienta, mire, piense y viva como Cristo. Como consecuencia, tenemos que aceptar como normal que, de alguna manera, nuestra vida nunca encajará del todo en el mundo e, incluso, en la misma Iglesia como comunidad humana. Ser contemplativo secular o laical, es ser un bicho raro, no encaja en la comprensión del estilo o religiosidad popular, éste al hablar o plantear otra vía de oración es recluida a una especie de iluminado y rechazado por la falta de conocimiento del mundo secular.

Rafael Verger

 

Comentarios


  1. Hay personas que desarrollan su vida espiritual en el marco de las tradiciones religiosas, pero hay otras que desarrollan su faceta espiritual en otros ámbitos, en contacto con la naturaleza, en la contemplación del arte, en el ejercicio físico, en la meditación.
    La vida espiritual es heterogénea, fluida y permeable. No nos aísla del mundo, nos conecta con todos los seres. Soy una persona creyente del montón, pero que busco a Dios desde mi interior y a fuera de él, y te comprendo perfectamente.
    Beatriz Ferraz

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  2. Una de les preguntes que més qüestionen un cristià seria; Com és la teva vida de pregària? Quina pregunta com per respondre-la sincerament. Comencem a divagar i buscar els temps per a Déu, quan en realitat per a Ell donem molt poc temps, però volem quedar bé a qui ens fa la pregunta.
    No hi ha cap altre tema que ens avergonyeixi més i que reflecteixi tan clarament la nostra pobresa espiritual.
    "La ventafocs de l'església actual és l'oració. Aquesta criada del Senyor és menyspreada i rebutjada, perquè no s'adorna amb les joies de l'intel·lectualisme, ni les sedes brillants de la filosofia, ni amb la impressionant tiara de la psicologia. Porta els davantals d'honesta sinceritat i humilitat.No tem agenollar-se.El defecte de l'oració, humanament parlant, és que no es recolza en l'eficiència mental. L'oració requereix una sola cosa: espiritualitat. per donar sermons amb perfecció homilètica i exactitud d'exegesi.La predicació toca els homes, la pregària toca Déu.La predicació afecta el temps, la pregària a l'eternitat.El púlpit pot ser un aparador per exhibir els nostres talents; al contrari de l'exhibicionisme.

    Quants grups de pregària hi ha a les nostres parròquies?

    P. Ricardo un capellà diocesà

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  3. Buenas tardes.
    Muchas gracias por esta posibilidad.
    Yo practico la Oración desde hace un tiempo. Y me surge la necesidad de buscar la soledad para poder buscar la Unión con Dios a través de la Oración.
    Pero, no pocas veces, surgen imprevistos, a veces son más horas de trabajo, o un trámite urgente que hay que hacer, o una visita inesperada, en fin.
    Son imprevistos que se llevan ese tiempo que uno quisiera dedicar a la Oración.
    Mi.pregunta es: ¿ con qué espíritu aceptar esos imprevistos que surgen en la vida diaria?
    Porque a veces me siento un poco contrariada por no poder realizar aquello que deseo.
    Gracias. Dios los bendiga.

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