¡EN LOS PASILLOS DE MI COLEGIO, ENCONTRE A DIOS! Hermana Mónica Muñoz religiosa Pureza de María


 

Hermana Mónica Muñoz religiosa Pureza de María


El 24 de noviembre tuvimos la oportunidad de conocer un testimonio de una religiosa de la Pureza de María: la hermana Mónica Muñoz. Una joven religiosa del siglo XXI, encarna la nueva visión de ser una cristiana comprometida en el mundo actual.

Mónica viene de una familia católica, en su infancia y adolescencia estuvo marcada por un profundo sentimiento religioso. cada día con sus padres y sus cuatro hermanos en su “pequeño santuario familiar” tenían un encuentro con la Virgen de Schoënstatt.

La presencia de la Virgen en su familia fue creando en su alma una gran pregunta sin respuesta, un interrogante que iba haciendo mella en el corazón de Mónica. Una personalidad extrovertida: siempre era la primera en todo, voluntariosa en los trabajos del colegio, en la parroquia y sobre todo con los jóvenes. Participando en un camino de Santiago, fue disipando esas preguntas que tenía en su corazón. ¡Un nuevo camino que se le abrió ante sus ojos!

Una joven estudiante de Ciencias Económicas, Ciencias Políticas, con un porvenir muy halagüeño se encontraba ante esa pregunta que en su espíritu ardía: ¿Qué quieres Señor de mí?

Siempre la iniciativa es de Dios. “No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os ha elegido”. Es necesario orar y trabajar, acoger y dar gracias, aún sólo por una llamada, observar y descubrir. 

Mónica nos expresó: “encuentra un trabajo que te guste y no tendrás que trabajar ningún día de tu vida” o “descubre tu pasión si quieres ser feliz y realizarte”. A veces caemos en la trampa de pensar que una vocación tiene que ser grandiosa y fuera de lo común. Precisamente el seguimiento de Cristo es un estar abiertos a los demás, sobre todo en los jóvenes, hacerte uno con ellos y sobre todo compartir la alegría del Evangelio.

Somos llamados a seguir a Cristo, consagrado y enviado para revelar y comunicar a todos los hombres el amor del Padre, las Hermanas de la Pureza, atraídas por la fuerza de Su amor, nos ofrecemos en don total a Dios consagrándonos a Él, con el deseo de participar más intensamente en la vida de Cristo… Él murió por mí. ¡Me ama!... ¿Por qué nadie me ha dicho eso antes?

Mónica comprendió cuánto la amaba el Señor y cuánto Él había hecho por ella. “El amor solo con amor se paga”, y que el amor que el Señor la pedía suponía entregarle todo.

Pero no todo fue de color de rosa, en su interior aconteció una gran batalla, a veces sentirse incomprendida por sus amistades, la rebeldía interior, etc. Todo fue un martirio dentro de sí. Cuando se habla de experiencia de Dios es aquella experiencia humana en la que a través de la cual, Dios se hace presente de manera tal que transforma la vida. Mi vida fue cambiando poco a poco y bajo la mirada a Carlo Acutis, nuevo beato de la juventud, su vida le ha ayudado a proyectar su vocación hacia el encuentro con los más jóvenes.

Participó en la JMJ en París y el lema era el dialogo de Jesús con sus primeros discípulos en el primer capítulo del Evangelio de Juan: “¿Dónde vives?”, le preguntaron, a lo que Jesús respondió: “Venid y veréis”. En esta pregunta encontré las palabras que llevaba años formulando al Señor en modo de súplica y petición insistente: ¿Dónde vives, ¿dónde estás? Y la respuesta que me daba era clara, se correspondía con aquél deseo que llevara tanto tiempo sembrado en mi: ¡vente conmigo!

Yo, era una joven que pasaba mucho tiempo en los pasillos de mi colegio, conversando a veces con una religiosa y poco a poco fui descubriendo una alegría y una paz que algo me estaba llamando a ser como las hermanas de la Pureza. La gracia, también es verdad, tiene sus cauces concretos y en mi caso, la fraternidad ha sido un valor insustituible en mi camino vocacional.

A veces me resistía, pero cada vez lo tenía más claro. Yo soy quien soy gracias a mis hermanas. Ellas me han cuidado, han hecho que mi tierra, pobre tierra, tuviese la posibilidad de dar fruto y de dejar que las raíces de mi historia y mi llamada se agarrasen a ella. Ellas abrazaron y abrazan mis inconsistencias y desalientos, mis pobrezas y desatinos. Esto es igual de impresionante que lo anterior. ¡Qué fácil nos resulta acoger los dones del otro! Pero lo que es oscuro, lo que está dañado, el ala de cisne que todos llevamos… cuando es abrazado por alguien que -como Jesús- te dice “¡Confío en ti!”, la vida, en su vulnerabilidad, se abre a la gracia que nos busca sin cesar.

Valoro muchísimo que me hayan enseñado a amar al ser humano en su pobreza y fragilidad. Amándome a mí me mostraron el camino. Dios, en Jesús, se hizo vulnerable y nosotros, que nos pasamos la vida huyendo de nuestras vulnerabilidades y fracasos, estamos llamados a enseñar este camino, que es puramente evangélico, a los hombres y mujeres de hoy que se acercan a nuestras casas religiosas, y colegios.

Así movida por esta intuición, comienza un proceso de discernimiento y de acompañamiento, lo que llamamos formación Inicial, que consta de tres etapas principales: Postulantado, Noviciado y Juniorado. Es la etapa formativa, entre seis meses y dos años, previa al Noviciado en la que se produce un mutuo conocimiento entre la Congregación y la postulante.

Durante este tiempo, viviendo ya en la casa del Instituto destinada para ello, la postulante hace experiencia de nuestra espiritualidad, carisma, apostolado y vida comunitaria. Cada Hermana se apoya en su compromiso y disponibilidad personal; en la comunidad, principal lugar de formación para madurar humana, espiritual y apostólicamente. Además, a nivel congregacional se promueven medios de formación para que las Hermanas puedan crecer en fidelidad a la vocación que han recibido.

Al terminar el testimonio, algunos de los presentes le hicieron varias preguntas, a las cuales respondió con una alegría y con tanto cariño que nos quedamos maravillados. de una joven religiosa que en los pasillos del colegio encontró a Dios.

 

Rafael Verger.

 

Comentarios

  1. Un testimonio real y vivido de esta hermana de la Pureza, tengo el gusto de conocerlas y se que todo cuanto se a expresado en este comentario lo veo corto, pues la labor que se hace en los colegios resididos por las hermanas de la Pureza es promordial, no es raro que de ellos surjan vocaciones de gente joven y entusiasmada en la Obra de Madre Alberta.

    Una antigua alumna del colegio de la Pureza

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