¡MANOS QUE NO DAIS, QUE ESPERAIS!

 



No puede ser que no sea noticia que muere de frío un anciano en la calle y que sí lo sea una caída de dos puntos en la bolsa. Eso es exclusión. No se puede tolerar más que se tire comida cuando hay gente que pasa hambre Eso es inequidad. Hoy todo entra dentro del juego de la competitividad y de la ley del más fuerte, donde el poderoso se come al más débil. Como consecuencia de esta situación, grandes masas de la población se ven excluidas y marginadas: sin trabajo, sin horizontes, sin salida.

Se considera al ser humano en sí mismo como un bien de consumo, que se puede usar y luego tirar. Hemos iniciado la cultura del «descarte» que, además, se promueve. Ya no se trata simplemente del fenómeno de la explotación y de la opresión, sino de algo nuevo: con la exclusión queda afectada en su misma raíz la pertenencia a la sociedad en la que se vive, pues ya no se está en ella abajo, en la periferia, o sin poder, sino que se está fuera. Los excluidos no son “explotados” sino desechos, -sobrantes-.

Mientras tanto, los excluidos siguen esperando. Para poder sostener un estilo de vida que excluye a otros, o para poder entusiasmarse con ese ideal egoísta, se ha desarrollado una globalización de la indiferencia. Casi sin advertirlo, nos volvemos incapaces de compadecernos ante los clamores de los otros, ya no lloramos ante el drama de los demás ni nos interesa cuidarlos, como si todo fuera una responsabilidad ajena que no nos incumbe. La cultura del bienestar nos anestesia y perdemos la calma si el mercado ofrece algo que todavía no hemos comprado, mientras todas esas vidas truncadas por falta de posibilidades nos parecen un mero espectáculo que de ninguna manera nos altera. El afán de poder y de tener no conoce límites.

 

Si cada acción tiene consecuencias, un mal enquistado en las estructuras de una sociedad tiene siempre un potencial de disolución y de muerte

Pero menos mal que hay iniciativas de personas que lo arriesgan todo, tiempo, vida, trabajos, etc en favor de los excluidos de la sociedad, aquí en Palma vivimos situaciones de pobreza real, familias enteras excluidas a causa del paro, los que se ven privados de un techo, y un sinfín de ejemplos.

Personas voluntarias asociaciones como: Una posibilidad de Vida, Grupo Encuentro, MIssol, Tardor, Es refugi, etc. Hacen un trabajo semanal de encuentro y intentan solucionar las necesidades más inmediatas, como, por ejemplo; acompañar al médico, al dentista, a una prótesis de boca, etc.

Cuando estas asociaciones hacen un llamamiento, deberíamos de ser más solidarios hay que pensar que lo que les ocurre a los más débiles puede ocurrirte a ti.

Ahora viene el invierno el frio, ¿Qué tal si compartes, una manta, unos euros, etc para subsanar en lo que puedas a otro ser humano?

Es fácil lamentarse en casa con calefacción, pero otros se abrigan con cartones, mantas viejas…

Así que te invito a aportar tú granito de arena…

 

 


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