Cómo avivar el Espíritu en una parroquia o grupo.
Pablo comparó el Espíritu de Dios con una llama de
fuego.
Un líder, tiene que ser
Llama de fuego. Tiene que saber ingeniarse para contagiar su idea, su plan.
Etc. Es puro márketin hay que saber expresar bien lo que quieres. Y si no sabes tienes que
acudir a los demás, sin miedo a perder tu identidad. Ya que lo que quieres plantear es el fin de tu proyecto.
"hace falta que él crezca y que yo
disminuya" (Jn 3,30 Hay que ir con cuidado
e ir muy sutilmente para que El crezca y no nosotros por El. Siervos inútiles somos si El no hace crecer
en nosotros el deseo de que Cristo sea Glorificado vana será nuestra obra, ya que se cimentará solo
en nosotros mismos.
El apóstol
Pablo amonestó a los miembros de una de las iglesias que había fundado: “No
apaguéis al Espíritu” (1 Tesalonicenses 5:19). También exhortó al joven
evangelista Timoteo: “Por lo cual te aconsejo que avives el fuego del don de
Dios que está en ti por la imposición de mis manos. Porque no nos ha dado Dios
espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio” (2 Timoteo
1:6-7).
Pablo
comparó el Espíritu de Dios con una llama de fuego que podía apagarse. Animó a
Timoteo para que avivara esa llama hasta que produjera abundante fuego. Sabía
que uno debía estar alerta para no descuidar el Espíritu de Dios y permitir que
ese fuego se enfriara.
¿Cómo
podemos mantener el valor, la fuerza y el amor que Dios nos da por medio de su
Espíritu? ¿Qué podría apagar nuestro primer amor y entusiasmo por acercarnos a
Dios y permitirle cambiar activamente nuestras vidas? Encontramos la respuesta
en varios pasajes bíblicos.
Pablo nos
dice: “Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de
su fuerza. Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes
contra las asechanzas del diablo. Porque no tenemos lucha contra sangre y
carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de
las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las
regiones celestes. Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis
resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes” (Efesios
6:10-13).
Satanás hará
todo lo que esté a su alcance para desanimarnos, inducirnos a sentirnos tan
desilusionados y temerosos que abandonemos nuestra confianza en Dios. ¿Qué
quiso decir entonces Pablo cuando dijo que para defendernos debíamos vestirnos
con “toda la armadura de Dios”? ¿Qué podemos hacer para resistir actitudes
contra producentes como temor, apatía y desánimo?
Pablo
continúa: “Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad, y
vestidos con la coraza de justicia, y calzados los pies con el apresto del
evangelio de la paz. Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis
apagar todos los dardos de fuego del maligno. Y tomad el yelmo de la salvación,
y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios”.
Nos dice que
necesitamos mantenernos en la verdad que hemos aprendido, esforzándonos por vivir
una vida justa sin importar las circunstancias. También debemos hacer nuestra
parte en la predicación del evangelio verdadero, sin perder de vista la vida
eterna como nuestra meta, y utilizar la palabra de Dios como la espada que
desenmascara todos los engaños.
Nuestra
capacidad para mantenernos espiritualmente fuertes y activos depende mucho de
cuánto confiemos en Dios. Nuestra línea de comunicación para pedir su ayuda es
la oración.
Pablo y sus
colaboradores oraban no sólo por sus
propias necesidades, sino también para que Dios ayudara a que otros se
convirtieran como resultado de la obra que estaban haciendo. “Por lo cual
asimismo oramos siempre por vosotros, para que nuestro Dios os tenga por dignos
de su llamamiento, y cumpla todo propósito de bondad y toda obra de fe con su
poder, para que el nombre de nuestro Señor Jesucristo sea glorificado en
vosotros, y vosotros en él, por la gracia de nuestro Dios y del Señor
Jesucristo” (2 Tesalonicenses 1:11-12).
También los
animó a que oraran no sólo por sí mismos sino también por él y sus
colaboradores en la fe: “Perseverad en la oración, velando en ella con acción
de gracias; orando también al mismo tiempo por nosotros, para que el Señor nos
abra puerta para la palabra, a fin de dar a conocer el misterio de Cristo, por
el cual también estoy preso, para que lo manifieste como debo hablar”
(Colosenses 4:2-4).
Pablo quería
especialmente que oraran por el éxito en su labor de proclamar el evangelio y
su servicio a la Iglesia de Dios.
“Pero os
ruego, hermanos, por nuestro Señor Jesucristo y por el amor del Espíritu, que
me ayudéis orando por mí a Dios, para que sea librado de los rebeldes que están
en Judea, y que la ofrenda de mi servicio a los santos en Jerusalén sea acepta”
(Romanos 15:30-31).
Una clave
para mantener activo el Espíritu de Dios en nosotros es mantener nuestras
mentes concentradas en la perspectiva general de lo que Dios está haciendo. Si
nos preocupamos demasiado por nosotros y nuestros problemas, nos volvemos más
vulnerables a las influencias negativas de Satanás. Pablo exhortó a los nuevos
conversos a considerarse parte de la gran obra que Dios está llevando a cabo.
Siendo la persona que tenía a cargo la predicación del evangelio en esa región,
los animó para que por medio de la oración lo respaldaran con entusiasmo.
Les explicó
por qué eran tan importantes sus oraciones: “Porque hermanos, no queremos que
ignoréis acerca de nuestra tribulación que nos sobrevino en Asia; pues fuimos
abrumados sobremanera más allá de nuestras fuerzas, de tal modo que aun
perdimos la esperanza de conservar la vida. Pero tuvimos en nosotros mismos
sentencia de muerte, para que no confiásemos en nosotros mismos, sino en Dios
que resucita a los muertos; el cual nos libró, y nos libra, y en quien
esperamos que aún nos librará, de tan gran muerte; cooperando también vosotros
a favor nuestro con la oración, para que por muchas personas sean dadas gracias
a favor nuestro por el don concedido a nosotros por medio de muchos”
(2 Corintios 1:8-11).
Pablo
mencionó su gran preocupación por aquellos que se convirtieron durante su
ministerio. “Doy gracias a mi Dios siempre que me acuerdo de vosotros, siempre
en todas mis oraciones rogando con gozo por todos vosotros, por vuestra
comunión en el evangelio, desde el primer día hasta ahora; estando persuadido
de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta
el día de Jesucristo” (Filipenses 1:3-6).
Es
importante mantener viva y activa nuestra confianza en Dios. Algunas veces es
necesario que ayunemos además de orar, para poder avivar nuestro celo y renovar
nuestra dedicación y compromiso con él. El rey David escribió: “Afligí con
ayuno mi alma” (Salmos 35:13). Ayunar es abstenernos de comer alimentos y de
tomar líquidos por cierto período de tiempo, con el fin de que nuestras mentes
estén conscientes de que no somos auto suficientes. Ayunar nos ayuda a
comprender lo frágiles que somos, y cuánto dependemos de las cosas externas y
que con frecuencia damos por sentado, tales como la comida y la bebida.
Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo,
sino el Espíritu que proviene de Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha
concedido, lo cual también hablamos, no con palabras enseñadas por sabiduría
humana, sino con las que enseña el Espíritu, acomodando lo espiritual a lo espiritual” (1 Corintios
2:12-13). El lenguaje es distinto ya que el Espíritu de Dios habla a nuestro
espíritu y a nuestro entendimiento y se compenetra en nuestra mente, con Cristo he sido crucificado, y ya no soy
yo el que vive, sino es Cristo quien vive en mi
( Gálatas,2, 20.)
Hay que gustar al Señor, el Salmo 34, dice: “Gustad
y ved que bueno es el Señor.” Dichoso el que se acoge a El”
Rafel Verger
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