MOMENTOS DE LA CONVIVENCIA CON LA RENOVACIÓN CARISMÁTICA
CONVIVENCIA DE LA RENOVACIÓN CARISMÁTICA
Unas 40 personas nos reunimos el día 10 de Enero, para compartir nuestra fe en el Resucitado. Fueron momentos de compartir testimonios, inquietudes, etc. El sacerdote que acompaña la renovación en Palma es D. Juan Horrach y también estuvo presente un sacerdote Franciscano de OFM de Petra (Mallorca).
Cuando hablamos de la Renovación Carismática en el Espíritu Santo;
hablamos de una renovación espiritual en los bautizados que han tenido
un encuentro con Jesús resucitado. Un encuentro especial en la
Evangelización fundamental.La transformación en Cristo es una meta para
cada católico, es la búsqueda del discípulo que madura las enseñanzas de
su divino Maestro.
Tener un encuentro con Cristo a través de la predicación -Kerigma (un
anuncio que convierte),este anuncio se transforma en una conversión y se
da la respuesta personal de cada evangelizado. Dicho de otra manera
consiste en llevar a la vida nuestra primera vivencia de encuentro con
Jesús y transmitirla a través de nuestras acciones en nuestra vida
diaria a todo nuestro entorno.
CATECISMO DE LA IGLESIA CATOLICA 683-690
Ver también esta sección completa en el Catecismo >>>
CATECISMO DE LA IGLESIA CATOLICA 683-690
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683 "Nadie puede decir: '¡Jesús
es Señor!' sino por influjo del Espíritu Santo" (1 Co 12, 3). "Dios
ha enviado a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo que clama ¡Abbá,
Padre!" (Ga 4, 6). Este conocimiento de fe no es posible sino en el
Espíritu Santo. Para entrar en contacto con Cristo, es necesario primeramente
haber sido atraído por el Espíritu Santo.
El es quien nos precede y despierta en nosotros la fe. Mediante el Bautismo, primer sacramento de la fe, la Vida, que tiene su fuente en el Padre y se nos ofrece por el Hijo, se nos comunica íntima y personalmente por el Espíritu Santo en la Iglesia:
El Bautismo nos da la gracia del nuevo nacimiento en Dios Padre por medio de su Hijo en el Espíritu Santo. Porque los que son portadores del Espíritu de Dios son conducidos al Verbo, es decir, al Hijo; pero el Hijo los presenta al Padre, y el Padre les concede la incorruptibilidad. Por tanto, sin el Espíritu no es posible ver al Hijo de Dios, y, sin el Hijo, nadie puede acercarse al Padre, porque el conocimiento del Padre es el Hijo, y el conocimiento del Hijo de Dios se logra por el Espíritu Santo.[1]
El es quien nos precede y despierta en nosotros la fe. Mediante el Bautismo, primer sacramento de la fe, la Vida, que tiene su fuente en el Padre y se nos ofrece por el Hijo, se nos comunica íntima y personalmente por el Espíritu Santo en la Iglesia:
El Bautismo nos da la gracia del nuevo nacimiento en Dios Padre por medio de su Hijo en el Espíritu Santo. Porque los que son portadores del Espíritu de Dios son conducidos al Verbo, es decir, al Hijo; pero el Hijo los presenta al Padre, y el Padre les concede la incorruptibilidad. Por tanto, sin el Espíritu no es posible ver al Hijo de Dios, y, sin el Hijo, nadie puede acercarse al Padre, porque el conocimiento del Padre es el Hijo, y el conocimiento del Hijo de Dios se logra por el Espíritu Santo.[1]
684 El
Espíritu Santo con su gracia es el "primero" que nos despierta en la
fe y nos inicia en la vida nueva que es: "que te conozcan a ti, el único
Dios verdadero, y a tu enviado, Jesucristo".[2] No obstante, es el
"último" en la revelación de las personas de la Santísima Trinidad.
San Gregorio Nacianceno, "el Teólogo", explica esta progresión por
medio de la pedagogía de la "condescendencia" divina:
El Antiguo Testamento proclamaba muy claramente al Padre, y más oscuramente al Hijo. El Nuevo Testamento revela al Hijo y hace entrever la divinidad del Espíritu. Ahora el Espíritu tiene derecho de ciudadanía entre nosotros y nos da una visión más clara de sí mismo. En efecto, no era prudente, cuando todavía no se confesaba la divinidad del Padre, proclamar abiertamente la del Hijo y, cuando la divinidad del Hijo no era aún admitida, añadir el Espíritu Santo como un fardo suplementario si empleamos una expresión un poco atrevida... Así por avances y progresos "de gloria en gloria", es como la luz de la Trinidad estalla en resplandores cada vez más espléndidos.[3]
El Antiguo Testamento proclamaba muy claramente al Padre, y más oscuramente al Hijo. El Nuevo Testamento revela al Hijo y hace entrever la divinidad del Espíritu. Ahora el Espíritu tiene derecho de ciudadanía entre nosotros y nos da una visión más clara de sí mismo. En efecto, no era prudente, cuando todavía no se confesaba la divinidad del Padre, proclamar abiertamente la del Hijo y, cuando la divinidad del Hijo no era aún admitida, añadir el Espíritu Santo como un fardo suplementario si empleamos una expresión un poco atrevida... Así por avances y progresos "de gloria en gloria", es como la luz de la Trinidad estalla en resplandores cada vez más espléndidos.[3]
Desde Santiago de Chile, envío un fraternal abrazo a mis hermanos de Palma de Mallorca. Después de 26 años, por gracia del Todopoderoso, vuelvo a reunirme con mi esposa, hijas y nietos. Gracias padre santo, por haber cuidado de ellas en mi ausencia.
ResponderEliminarDesde Santiago de Chile, envío un fraternal abrazo a mis hermanos de Palma de Mallorca. Después de 26 años, por gracia del Todopoderoso, vuelvo a reunirme con mi esposa, hijas y nietos. Gracias padre santo, por haber cuidado de ellas en mi ausencia.
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