TESTIMONIO: UNA FAMILIA QUE SALEN JUNTOS A LA CALLE PARA EVANGELIZAR
No queda otra que anunciar el Evangelio. No saben que Dios los ama.
Pedro Justo y María Ángeles, padres de dos hijos y vinculados a una
parroquia madrileña, han participado en varias experiencias de evangelización
en familia en diversas diócesis. En Madrid, salieron con otras familias a
evangelizar por la noche durante la reciente Fiesta de la Sagrada Familia.
Siempre con un solo objetivo, el de decir a la gente: «Dios te ama». Han
conversado con Alfa y Omega sobre esta pasión por evangelizar…
(Alfa y Omega) Pedro Justo y María Ángeles llevan 14 años casados y son padres de Alicia
(10 años) y Pedro (6). Vinculados a la parroquia de San Leopoldo, en Madrid,
han estado con el movimiento Anuncio en Hondarribia y San Sebastián, y también
han participado en el Family Day, una experiencia de evangelización en familia
organizada por la Delegación de Familia y Vida de la Archidiócesis de Toledo.
En Madrid, salieron con otras familias a evangelizar por la noche durante la
reciente Fiesta de la Sagrada Familia. Siempre con un solo objetivo, el de
decir a la gente: «Dios te ama». Aquí conversan con Alfa y Omega sobre esta
pasión por evangelizar…
¿Cómo surge en vosotros este deseo de evangelizar por la calle?
María Ángeles: Uno
evangeliza primero en su vida cotidiana: el Señor te va poniendo circunstancias
en tu vida para mostrar de algún modo tu fe. Pero vemos que también hay una
necesidad de comunicar la Buena Noticia a diestro y siniestro, a tus vecinos. Sentimos
una gran responsabilidad de responder a las situaciones más cotidianas que nos
rodean, porque la fe no es algo privado, es algo que se ve. ¿Por qué no ir a la
calle y decir: «Dios te ama»?
Pedro Justo: Y en este
tiempo, todavía más. Nosotros lo que vemos es que hoy en día, o evangelizamos…
o evangelizamos. No queda otra. Ves la secularización, la cantidad de
matrimonios rotos que hay hoy, cómo están los jóvenes… Mucha gente sufre y no
sabe por qué. No se sienten amados. No saben que Dios los ama. Los cristianos
tenemos que salir de las parroquias. No nos podemos conformar, nos tenemos que
mover mucho más.
O sea, que es urgente…
MA: Hay que hacer algo,
porque si no, cerramos… A las parroquias ya no viene la gente. Tenemos que
salir.
PJ: Yo noté un cambio
después de la JMJ en Madrid, en 2011, porque hay más inquietud por evangelizar.
El Espíritu Santo hoy está empujando para que todos rememos en la misma
dirección. Incluso los movimientos: no puede ser que cada grupo de Iglesia se
cierre en su local de la parroquia, tenemos que salir todos juntos, como los
apóstoles en Pentecostés. Han surgido ya realidades que quieren esto, y es muy
bueno.
Pero ustedes lo hacen de manera especial: juntos, con los niños…
MA: Si la gente sale en
familia de vacaciones, a tomar algo, etc., ¿por qué no evangelizar también con
ellos? Porque eso forma parte de la transmisión de la fe a los hijos: que ellos
nos vean y hasta nos recuerden lo que les decimos a ellos en casa.
¿Como por ejemplo?
MA: Pues, por ejemplo:
«Si tú no sales a evangelizar, ¿quién lo va hacer?»
Es genial. ¿Y qué dicen a la gente?
PJ: Básicamente, les
decimos: «Dios te ama». También les ofrecemos un pan de la Palabra –una cita
del Evangelio–, y les invitamos a pasar a una iglesia cercana donde el Señor
está expuesto, y donde también puede haber algún sacerdote confesando.
MA: Hemos comprobado que
Jesús hace su trabajo, solo hace falta que alguien lo ponga delante a la
persona en cuestión.
Es decir, que Él necesita que nosotros hagamos el nuestro.
MA: Sí, llevarle gente,
evangelizar.
PJ: Nosotros solo somos
los camilleros que llevamos al otro a Jesús. El resto lo hace Él. A veces
piensas: «¿Y yo qué le digo a este…?» Pero Dios te pone palabras y empiezas a
hablarle del amor de Dios. Él abre las puertas.
¿Y la gente se abre?
PJ: Algunos sí. En San
Sebastián evangelizamos en la calle de las herriko tabernas, y la gente se
abría bastante. Incluso es más receptiva la gente que no es de Iglesia que los
católicos de siempre.
MA: Y sobre quien nos
rechaza, los niños nos dicen: «Tenemos que rezar por él». A mí me ha pasado que
a veces he salido a comerme el mundo, pero Dios te hace ver muy claramente que
esto no lo haces con tus fuerzas, sino que es iniciativa suya.
¿Y después qué?
MA: Si alguien nos
pregunta, nosotros siempre remitimos a su parroquia. Pero lo que tenemos muy
claro es que si no hay un primer encuentro, no habrá nunca un enamoramiento.
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