QUE EL ÚLTIMO APAGUE LA LUZ

La carta pastoral de los obispos
Los obispos de las diócesis de Aragón han hecho pública una carta pastoral titulada “Iglesia en misión al servicio de nuestro pueblo de Aragón”. Independientemente de que el lector quiera leerla entera, animo a todos a hacer algo bien simple: buscar las veces que aparecen en el texto las palabras conversión, gracia y pecado.
Una vez hecha la comprobación, planteo las siguientes preguntas:
- ¿Qué tipo de evangelización es esa en la que la idea de la necesidad absoluta de, por medio de la gracia, convertirse de los pecados, está prácticamente ausente?
- ¿Qué tipo de evangelización es esa en la que se habla más del verbo evangelizar y el sustantivo evangelización que de lo que realmente significan ese verbo y ese sustantivo?
- ¿Cómo se pretende que haya vocaciones si no hay un llamado urgente a la santidad, al cambio de vida, al arrepentimiento, a la penitencia, etc?
- ¿A cuento de qué se pide que los seglares se comprometan más en la labor evangelizadora si se les priva prácticamente de toda indicación sobre cómo han de realizar dicha labor, más allá de la práctica de una labor social que puede llevar a cabo cualquiera persona de buena voluntad sin necesidad de ser cristiano?
No se me entienda mal lo que quiero decir. No pienso que los obispos aragoneses son especialmente incapaces de poner en marcha sus iglesias en la tarea encomendada por Cristo de hacer discípulos. En la carta pastoral hay cosas ciertamente interesantes, sobre todo en lo relacionado con el mundo rural. El problema no lo tienen esos obispos. El problema lo tiene toda la Iglesia en España -y otros países-, prácticamente sin excepción. El problema consiste en que se nos da muy bien escribir sobre planes pastorales, iniciativas sociales, co-responsabilidad laical, etc, pero no vamos a la esencia del evangelio, que consiste en anunciar la llegada del Reino de Dios a través del arrepentimiento y la conversión de los corazones.
Cuando aparcamos la gracia en el baúl del olvido, todo lo que hacemos está destinado inevitablemente al fracaso. Cuando permitimos que nuestras escuelas e institutos de educación (ausentes por completo en la carta pastoral) sean instrumentos de secularización en vez de formación en la fe católica, estamos condenando a generaciones enteras a vivir sin una verdadera referencia en los valores católicos. Cuando no formamos bien al pueblo de Dios en los caminos de santidad, el pueblo de Dios perece. Así lo dice la Escritura. Así se está cumpliendo ante nuestras mismas narices sin que apenas nadie haga nada.
O se da un golpe de timón radical, o dentro de veinte años los obispos de Aragón, y del resto de España, tendrán que escribir una pastoral titulada “El último, que apague la luz y cierre la puerta”. Ni somos luz, ni somos sal, ni somos fríos ni calientes. Así no, señores. Así no.
Luis Fernando Pérez Bustamante
Laico.

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