Hacen falta testigos de la fe
Hoy
hacen falta testigos de la fe, los hay claro, y hoy en día son los
más numerosos los mártires que mueren por defender su fe, en la
persecución de los cristianos en todo el mundo. Todavía no nos ha
tocado a nosotros de lleno, pero a este ritmo que vamos pronto nos
tocara.
La Iglesia Católica en
cuanto a institución jerárquica, creo que Dios la está
zarandeándola, sin ser pesimista veo una “purificación”
una limpieza. Por parte de Dios. Ya no volverán los tiempos de
una Europa católica, el cristianismo serán minorías pero más
auténticas. ¿Por qué?
Porque los católicos nos
hemos relajado mucho, hemos confundido la Iglesia con una ONG, y nos
hemos olvidado de lo más fundamental. Del Kerigma. Es verdad que la
iglesia está presente en todas partes, hospitales, etc. Pero aun
así estamos inmersos en tantos trabajos como una ONG, que
difícilmente hacemos llegar el kerigma a todas las gentes.
Gracias al Espíritu
Santo que se nos ha dado, por medio de Jesucristo. La Iglesia de
Cristo no perecerá, pero no está a salvo de una purificación.
Basta mirar los signos de los tiempos releer como han sido las
purificaciones a las cuales la Iglesia ha tenido que pasar,
relajación de los Papas, Obispos, cismas, etc. Hoy más que nunca
necesitamos volver a las fuentes, comparar la Iglesia naciente, con
la que nos toca vivir en el siglo XXI.
Se necesitan reformadores
de Órdenes religiosas, como Santa Teresa, etc. ¿Porque hay pocas
vocaciones? Porque muchas órdenes han perdido el frescor primero. Y
hemos querido ser tan mundanos que el mundo nos ha conquistado. Menos
mal que Dios ya va suscitando nuevas formas de vida religiosa, pero
si nos damos cuenta estas son más radicales, en todos los sentidos.
Dios va despertando a los laicos, para la nueva evangelización.
Ayudando a los pastores, en diversos ministerios laicales, siempre en
comunión los unos con los otros. Dios no quiere hacer nada paralelo,
es Su Iglesia. En la cual todos somos llamados, y todos somos
necesarios. La vocación del Laicado, es una vocación. Siempre hemos
oído decir; que había tres formas de vocación, El sacerdocio
ministerial, la vocación religiosa, y la vocación al matrimonio. Y
creo que siempre hemos estado equivocados. Porque la vocación
laical, es un llamado, es un carisma. No menos inferior a los demás,
pues todos son inspirados por el mismo Espíritu, que nos llama a la
unidad. Siempre se ha oído que los laicos son la plebe, la tropa,
eso no es cierto. Somos cristianos de primera. Porque el Papa, fue
laico, el Obispo también, la monja o religioso lo es. ¿Puede un
Laico ser consagrado En medio del mundo?. Pues claro, que sí. No
está la consagración de las vírgenes? ¿No hay laicos consagrados
en institutos seculares? Si, que los hay. Entonces es una vocación.
Tan importante como todas las demás, porque así Dios lo quiere.
La Iglesia es; porque es
comunidad. Me atrevería a decir, que incluso el ir a misa no es del
todo cierto, los laicos celebramos la eucaristía, concelebramos con
el sacerdote, él es quien preside. Por él el pan es consagrado, en
virtud de su sacerdocio ministerial. Pero aun voy más lejos, y
perdona mi atrevimiento, la eucaristía, es para la comunidad
creyente, que vive y celebra. Por esto la Santa Misa, no la celebra
el sacerdote solo, siempre se necesita a la comunidad. Después del
Concilio Vaticano II, ya no se ven sacerdotes celebrando la misa
solos, porque en cierto modo no tiene sentido. Es mi forma de verlo,
no sé si voy bien o no. Pero en el trascurso de los siglos hemos
cargado en las parroquias de muchas misas, a los pobres sacerdotes,
cargándoles de horarios, funciones, etc. Todo para dar facilidad a
los católicos para que cumplieran el precepto de ir a misa. Cuando
de verdad sería aún más lógico una sola misa, donde poder ir
todos los creyentes a celebrar la eucaristía. Sería motivo de más
júbilo, de más participación, de más vivencia y de más
testimonio.
«El clericalismo daña a
los sacerdotes y a los laicos»
«Clericalismo» es una
palabra que se ha convertido en algo muy presente en boca del Papa
durante estos meses. Creo interpretar bien el pensamiento del Santo
Padre si afirmo que «clerical» es el sacerdote que quiere mandar,
que da órdenes, que siempre sabe todo, encerrándose en sí mismo
sin dejar que otros colaboren en la misión de la Iglesia. Clerical
es el sacerdote encerrado en sí mismo, en sus propios horizontes,
que no consulta, que no da espacio a los demás, sobre todo a los
laicos, ni les reconoce el papel fundamental que tienen en la misión
de la Iglesia. A veces, un sacerdote de estos considera que puede
dominar, sobre todo, a los pobres y a los ignorantes, y que
pertenece, de alguna manera, a una casta, tanto a ellos como a
los religiosos y religiosas, por lo que se les atribuyen
privilegios y poderes. El «clericalismo» daña a los
sacerdotes, y a los religiosos, porque genera una distorsión de su
misión, y daña a los laicos, porque les impide crecer como
cristianos adultos.
Es necesario tener un
alma sacerdotal, de verdadero pastor, para ejercer bien el
ministerio, con esa caridad pastoral que debe ser el aspecto más
brillante en la vida de un sacerdote. Por ello, sobre todo, es
necesario vivir cerca del Señor, en la oración, la litúrgica y la
vida personal, conduciendo una vida austera, disponible a los
necesitados, con mansedumbre de espíritu, con intenso amor por la
Iglesia, nuestra madre, actuando siempre con rectitud y
transparencia. Es necesario que todos puedan ver en los sacerdotes,
personas que han puesto en el centro de sus vidas no intereses
personales, sino a Jesús y su Evangelio. De lo contrario se corre el
riesgo de que se conviertan en funcionarios del culto y
administradores de estructuras, más que pastores según el Corazón
de Cristo.
Por esto veo
importantísimo “orar y pedir al Señor para que derrame un
nuevo pentecostés en todas las parroquias, en toda la Iglesia.
Y por supuesto a la Santísima Virgen María, para que interceda a
favor nuestro ante su Hijo. Por esto veo que la Iglesia tiene que
pasar su Viernes Santo, va a ser purificada desde su
corazón. Para que la Gloria del Señor se manifieste y todo
su Poder.
¿Por qué la Iglesia
Institucional ha perdido credibilidad? Pues por esta razón, por
su poder, por sus riquezas, etc. Iglesias y conventos, convertidos en
hoteles de lujo, casas de retiro, que están al servicio de los
cristianos, donde sus servicios son muy caros, etc. Iglesias,
reconvertidas en centros culturales, etc. Conventos cerrados que son
un patrimonio, pero que fueron dados algunos generosamente, por
almas creyentes para una misión en concreto y ahora están cerrados
a cal y canto, son patrimonio, riquezas acumuladas y que producen
gastos por el deterioro del paso de los tiempos.
Lejos estamos del deseo
del Papa Francisco, Una Iglesia, pobre y para los pobres. Si
no despertamos con urgencia la iglesia institucional lo va a pasar
muy mal en los tiempos que corren, no solo los cristianos de a pie,
los clérigos y los religiosos y las religiosas son el punto de mira,
pues son los más cercanos, donde pueden ser el blanco de muchas
atrocidades por el odio encarecido de la gran mayoría de gente no
creyente. Porque confunden la “pobreza” de Espíritu, con la
pobreza material. Y en verdad tendrían que ir un poco de la
mano, para ser creíble el evangelio.
Cuando una Orden
religiosa es fundada por su fundador, no tiene nada. Pero la
Providencia la provee y la sostiene. Y Dios muestra su poder en ella,
porque confía plenamente en Él. Y les llueven las
vocaciones. Pero cuando pasan los años, los siglos ya no viven de la
Providencia, ya han acumulado riquezas, bienes, etc. Se relajan y se
adormecen pues ya están seguros, tienen sus necesidades aseguradas.
Su testimonio ha dejado de ser Luz, ya no brilla como antes. Solo es
una pequeña velita que se apaga lentamente. Ya no mueve el frescor
de su carisma, y por lo tanto pocas almas tienen deseos de seguir sus
pasos, van muriendo lentamente. ¿Pero porque?
Pues a lo mejor, ese
llamado, ese carisma ya ha terminado su misión. Como los obreros a
la viña. Fueron llamados a una hora determinada, y se acabó la
jornada. Como todo, todo tiene un principio y todo tiene un fin.
¡Nuevos tiempos y nuevas
realidades! Como nuevos serán los carismas. Como nueva tiene que ser
la Iglesia. Todo sarmiento que no da fruto, lo arranca o lo poda,
para que dé más fruto. Juan 15, 1-8
Por eso es más aun
importante, pedir al Señor “misericordia” por la Iglesia
institucional, por la reconversión de los Ministros del Señor, de
los religiosos y religiosas. Para que vuelvan al frescor de la
primera llamada, solo así Dios se verá complacido y no arrancará
su obra, sino que la podara para que dé más fruto.
Rafel Verger
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