LAICO, APÓSTOL DE CRISTO?

LAICO, DISCIPULO DE CRISTO?

¿Por qué medios hay que ser apóstol? Por los que Dios pone a su disposición: los sacerdotes tienen a sus superiores que les dicen lo que deben hacer. Los laicos deben ser apóstoles de todos aquellos que se encuentren a su alcance: los cercanos y sus amigos primero, pero no sólo ellos; la caridad no es estrecha, abraza a todos los que abraza el Corazón de Jesús. ¿Qué medios habría que utilizar?

 Los mejores, debido a aquellos a los que va dirigido: con todos los que hay relación sin excepción, con bondad, ternura, afecto fraterno, ejemplo de virtud, humildad y dulzura, ya que siempre atraen y son muy cristianas; con algunos sin nombrar nunca a Dios ni la religión, con paciencia porque Dios es paciente, siendo buenos como Dios es bueno, siendo un tierno hermano; y rezando; con otros hablando de Dios en la medida que ellos puedan entender, desde el momento que inician la búsqueda de la verdad por el estudio de la religión, poniéndoles en relación con un sacerdote escogido y capaz de hacer el bien. Sobre todo mirar a todo ser humano como a un hermano: "Vosotros sois todos hermanos, tenéis un solo padre que está en los cielos", ver en todo ser humano un hijo de Dios, un alma rescatada por la sangre de Jesús, un alma amada de Jesús, un alma que nosotros debemos amar como a nosotros mismos y para la cual debemos trabajar para su salvación. Arrojar lejos de nosotros todo espíritu militante. "Os envío como un cordero entre lobos", dice Jesús. Qué distancia existe entre la forma de hacer y de hablar de Jesús y el espíritu militante de los que no son cristianos o son malos cristianos, viendo enemigos a los que hay que combatir en lugar de ver a hermanos enfermos que hay que sanar, heridos caídos por el camino para los que hay que ser buenos samaritanos.

Los cristianos están llamados por su Bautismo a proclamar el Evangelio con su vida, esto es lo que han comprendido del Evangelio. El deber y el desafío propio de los laicos es vivir el Evangelio allí donde no pueden ir ni la Iglesia oficial ni los sacerdotes: en las oficinas, los almacenes, las escuelas, los hospitales, los mercados, los autobuses, los trenes, por todas partes. Y nuestra presencia en estos lugares es de gran responsabilidad para nosotros. Nuestro Señor Jesucristo nos confía una MISIÓN: estamos llamados a ser levadura en la masa, la levadura en la sociedad, en la Iglesia y en el mundo.

AMISTAD (Koininia) La amistad y la vida fraterna se viven ya en la familia. A los miembros de la fraternidad se les invita a aportar su amistad por el interés hacia el otro con el que se comparte; deben ser apóstoles de bondad, cordialidad, afecto y dulzura (apostolado de la bondad). La levadura es muy pequeña y útil. Cuando se ha mezclado con la harina ya no se nota pero sigue cumpliendo su función. Si vivimos entre la gente les trasformamos. Aunque seamos un grupo pequeño podemos llegar a ser signo de amistad y de amor de Dios, por una presencia gratuita (gratuidad), y sin esperar el éxito. (¡Dios no habla de éxito!). Toda la masa crece desde su interior y la pequeña levadura insignificante se convierte en una fuerza de vida.

SERVICIO (Diaconia) A través de su vida Jesús nos ha enseñado como estar al servicio de los demás. Nuestro servicio no tiene que estar centrado en nosotros ni ser dominante. El Hermano Carlos, por su vida, evidenció su disponibilidad, abrió a todos los que pasaban por su puerta, les acogió como amigos a todos, sin distinción de clase, casta o creencias. Su servicio a los demás con amor le convierte cada vez más en un “Hermano Universal”. También en Francisco de Asís, es llamado de igual forma.
Se necesita humildad y suavidad para ganar el corazón de los otros. Jesús, con su vida, nos mostró ampliamente estas cualidades de vida. También fue recto y directo en materia de justicia. En la sociedad actual, si somos levadura en la masa tenemos que tomar partido por los pobres. Si queremos imitar la vida y la acción de Jesús no podemos apoyar las malas estructuras de injusticia. Como decía el Hermano Carlos “No podemos ser perros mudos y no ladrar”.

GRACIAS Y ALABANZAS (Litúrgias) Hay que vivir el sacramento de la Eucaristía en el mundo y no únicamente como celebración. La ceremonia no termina en la puerta de la iglesia, no debemos contentarnos con un ritual ni limitarnos a su celebración sino proclamarla con la vida. Toda nuestra vida es un sacramento porque hemos sido creados a imagen de Dios. Nuestra vida entera debería ser una vida de alabanza y de acción de gracias a Dios, un compromiso con la unidad, con el “pan” compartido “con el hambriento” y con los demás, un compromiso por la justicia, etc. Es importante tomar conciencia que los laicos no son (ni deberían ser) una copia del sacerdote, del misionero, porque cada ser humano es imagen de Dios y único. Es un don y un testigo. Es un don porque cada uno ha recibido sus talentos y puede ofrecerlos al mundo y un testigo porque realizar que es único le ayuda a aceptar y apoya la idea que los demás también son únicos.
Estamos llamados a ser el “rostro de la Iglesia” para los que encontramos en nuestro camino. Nuestra forma de vivir (vivir Nazaret) es vida de Iglesia. Todos nos sentimos comprometidos en la construcción de una Iglesia más evangélica, más fraternal, más solidaria con los pobres. En la fraternidad descubrimos el significado de los gestos sencillos, de compartir, de hospitalidad, de reír, de conversar, de apertura a los otros. Aprendemos a ser hermano y hermana universal.
Lo más importante es el seguimiento a Jesucristo. Estamos llamados a dejar que el Espíritu Santo trabaje en nosotros. Nuestra eficacia depende de este trabajo del Espíritu Santo. Para vivir una vida cristiana que revela Dios a los demás hay que unirse a la vida de Jesús y a su mensaje en el Evangelio.

Paz y Bien

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