¿Qué es una “escuela de oración”?
A lo largo de mi peregrinación
espiritual, dos fuentes han configurado en gran medida y siguen dando forma a
mi propia vida de oración: la Biblia y
los cristianos más maduros en la fe. De estos he aprendido a adentrarme en mí
para lograr esta intimidad, no es que ya lo tengo logrado sino que siempre
estoy en un proceso de aprendizaje. Tengo algunos amigos espirituales; Santa
Teresa de Jesús, San Juan de la Cruz, Teresa de Lisieux, Francisco de Asís, Carlos de Foucauld, y los
padres del desierto. En la lectura espiritual he encontrado a mis “guías o
maestros” que a través de ellos voy aprendiendo a caminar por el camino de la
contemplación.
Si sabes cómo empezaste a orar, considera la búsqueda de otra persona y
enséñale a orar. Al hablar de enseñanza no me refiero a preparar lecciones,
sino al ejemplo personal comunicado en una relación de compañerismo de oración.
Orar públicamente es una oportunidad pedagógica. Proporciona al que está orando
la oportunidad de instruir o alentar o edificar a todos los que escuchan la
oración. "Dios no es un Dios a tiempo parcial. Él está allí para
cualquiera que le busque de todo corazón, mente y alma. Nada nos hará
profundizar más en nuestra relación con Dios que la oración ferviente. La
oración es el regalo de Dios para nosotros. Es el espacio donde Él nos revela
una porción de su corazón. Pero sorprendentemente, la oración es la disciplina
más descuidada en la Iglesia hoy.
Podrán existir muchos libros sobre
el tema, pero lo cierto es que, a orar se aprende orando. Un proceso que
demanda ir una y otra vez a la Presencia del Padre celestial. Quizá al comienzo
sintamos cansancio, o rápidamente creamos que se acabaron las palabras; no
obstante, pronto y si perseveramos, desarrollaremos intimidad con Dios. La
oración es algo que yo tuve que aprender por mí mismo y que cada creyente tiene
que aprender y practicar por sí mismo. El trato de Dios es muy especial. Él
sabe cómo pulirnos. Conoce qué áreas deben ser moldeadas, Él sabe cómo, cuándo
y de qué manera obrar en nuestro ser. El Señor Jesús compartió con sus
discípulos y nosotros hoy: "Es cierto, pídanme cualquier cosa en mi
nombre, ¡y yo la haré!"(Juan 14:14.
Porque es tan importante una
escuela de oración? Me atrevo a decir
que es en primer lugar un encuentro y una relación con Dios, la práctica de la
oración no significa que nos convirtamos en almas orantes, se trata de un
cultivar y ejercitar nuestra vida espiritual, porque estamos llamados a vivir
la dimensión espiritual, porque es el espacio donde Dios va a hacer crecer
nuestro ser interior para que éste de los frutos por los cuales el Señor nos
tiene reservados, y son exclusivamente para ti, solo espera tú querer.
Un segundo paso sería, un aprender en hacer una lectio divina del
paso de Dios en mi vida, y de cómo en
las Sagradas Escrituras Dios me ha ido guiando hacía El.
Un tercer paso sería: Aprender el
ritmo de la quietud, cerrar los ojos y adentrarnos en su Presencia, el silencio
interior y exterior es donde el alma se deja llevar. Hay que rumiar y
profundizar en la Palabra de Dios, para ir adentrarnos en el corazón de esa
lectura. Puede ser muy valioso para avanzar la lectura de los Santos Padres de
la Iglesia, incluso la enseñanza de los sabios del desierto
Un cuarto pasó sería: Fijarnos un
día concreto al mes para dedicárselo totalmente al Señor. Esa cita es “muy
especial” es donde vamos a adentrarnos en la relación con nuestro Creador, con
la ayuda del Espíritu Santo. La escuela de oración es para aprender, pero también para desaprender, vicios,
demasiadas oraciones verbales en las cuales nuestro espíritu no participa. Es
importante para el cristiano que una vez
que ha tenido la experiencia con Cristo (el Kerigma o algún retiro fuerte con
el Señor, aprenda que significa orar, porque no estamos llamados a quedarnos en
esa experiencia y ya está, porque si no,
nos estancamos y no adelantamos en el dialogo con Dios, y para esto el
Señor se ha dado a conocer en nosotros. Decía un Santo, el que no avanza en la
vida espiritual, retrocede.
También es importante hacer el
Seminario de la Vida en el Espíritu, En
la escuela de Jesús, aprendemos a orar en espíritu y en verdad. La primera
lección nos la da el Señor con su ejemplo, hay que recordar que el mismo Jesús
se retiraba solo o acompañado por sus tres amigos íntimos a orar, después de
esto enseñaba a sus hermanos.
Es importante anotar en un
cuaderno lo que vamos recibiendo del Espíritu, porque se nos da para provecho
individual o comunitario. No es que nosotros aprendamos a orar, sino más bien
es que Dios mismo nos llama para revelarnos su Verbo. Es un entrar en contacto
con la Divinidad, con el Eterno. En todas las generaciones y culturas podemos
encontrar que el hombre tiene impregnada en la Ley Natural esa sed de Dios.
Donde el hombre se siente criatura ante su Creador. Grandes civilizaciones
como; Egipto, Mesopotamia, Grecia, Roma, siempre han manifestado la sed de Dios
que hay en el corazón del hombre. Y porque? Porque siempre es la misma pregunta
¿Cuál es el sentido de mi existencia? ¿Se acaba todo cuando muera, o hay algo
más? Son preguntas existenciales, pero solamente tienen respuesta cuando
entramos en la relación con el Altísimo.
Las buenas enseñanzas, las
conferencias, los tratados de oración, los buenos predicadores, etc pueden
ayudar mucho, pero si no entramos en nuestro secreto (corazón) y no lo llevamos
a la plegaria, no hemos aprendido casi
nada. Porque lo que no se retiene en el alma, se olvida.
Es importante que lo que hemos
leído o aprendido, baje de la cabeza al corazón, porque en el intelecto podemos
saber mucho, pero hay que hacerlo carne, ósea vida. “El Hijo de Dios hecho hijo
de la Virgen, aprendió a orar conforme a su corazón de hombre, lo hizo al
ejemplo de su Madre de las maravillas que ella misma meditaba en su corazón. Catecismo
de la Iglesia Católica, en el numeral
2.599.
Pero la oración de Jesús brota de una fuente
distinta cuando dice: “Yo debo ocuparme de las cosas de mi Padre” Lc.2-49
Esto nos revela que el mismo
Jesucristo entro en la escuela de oración, quien fue humanamente su maestro fue,
su Santísima Madre la Virgen María. Ella
aprendió como judía en el Templo, en la sinagoga, en soledad, en el silencio, y
en su vida haciendo una lectio divina de todo lo acontecido por Dios en ella.
María es maestra de oración ya que ella nos lleva a Jesús.
Cada uno tiene su “espíritu” y
este aprende a su manera, no hay ningún espíritu del hombre igual al otro, por
eso cada cual aprende a orar diferente al otro, pero: Un solo Espíritu Santo
nos une y nos santifica. Dios es Amor, y
ese Amor nos unifica y nos hace hermanos. Jesús da mucha importancia a la oración
comunitaria, “lo que has aprendido en lo secreto, esto puede serle útil a tú
hermano” sin miedo a hacer el ridículo, da testimonio de lo que sientes con tu
hermano. Porque la oración es la respiración del alma. San Agustín decía; “Nos
has hecho Señor para ti, y nuestro corazón estará inquieto hasta que no
descanse en ti.”
La escuela de oración es, la respuesta a la invitación del Señor a un
trato más íntimo con El.
Rafel Verger
Frater Emaús
Molt interessant aquest article, suposo que és per a laics o religiosos? jo personalment he assistit a diversos recessos de silenci i pregària i a estat molt enriquidora l'experiència.
ResponderEliminarGermà Benet Fluxa OFS
Badalona
Sóc membre dels tallers de "oració i vida" de l'P. Ignasi Larrañaga, estic al Bruc prop de Monserrat i he de dir que aquests recessos són molt bons, perquè aprens a aprofundir dins teu, sempre hi ha preguntes, interrogants, etc. . I de la mateixa manera que escoltes la Paraula de Déu i la medites, aquesta enriqueix a la comunitat. Us animo a seguir endavant Fraternitat d'Emaús, tinc família aquí a Mallorca quan es pugui anar sense riscos m'agradaria conèixer-vos
ResponderEliminarAlbert Fornés
laic
Que bonito comentario sobre la escuela de oración, yo pertenezco a Fraternidad de Betania de Carlos de Foucauld una rama más de la familia, os animo fraternidad de Emaús a seguir con vuestra obra, sobretodo en las islas baleares rezare por vuestro camino
ResponderEliminarHermana María Jesús