"YO SOY EL QUE SOY"
El “yo” que soy
yo, no puedes verlo.
Sólo ves, la forma
que crees que soy.
Esta forma que
ves, no siempre será,
pero el “yo” que
soy yo, vivirá eternamente en el “YO SOY” del Eterno.
Lo que Es, es
manifiesto
lo que ha sido o
será, no está todavía manifestado,
más tampoco en el
olvido,
pues el alma
eterna Es, por la actividad de Dios,
que todo lo anima
y lo lleva a plenitud.
Rafael Verger
La espiritualidad es muy
similar a la salud. Todo el mundo tiene salud. Algunos la tienen excelente y
otra mala; sin embargo, no puedes dejar de tenerla, porque todo es un Don.
Con la espiritualidad ocurre lo mismo. Todo ser humano es un ser espiritual. Todos Poseemos un espíritu. Algunos poseen una espiritualidad elevada y, por lo tanto, tienen una vida intensa, llena de amor y paz, de cruces y de sombras, y se encuentran en lo alto de la escalada.
Piensa que somos una creación
Divina, Dios nos ha dado capacidad de pensar, de ver las cosas de diferente
forma, en el tiempo y el espacio. Podemos avanzar o retroceder, todo depende de
ti y de mí. La manifestación de Dios en nosotros, nos da la fuerza de sustituir
los sentimientos de impotencia, por el amor,
ya que es Él por el cual fuimos
hechos y al cual vamos destinados como último fin.
Proyectas sobre el mundo lo que
ves dentro, y no puedes proyectar sobre el mundo lo que no ves dentro. Si
supieras que eres una expresión del Espíritu de Dios, de su misma
intención, eso es lo que proyectarías y
verías. Como decía San Francisco de Asís: “De nada sirve caminar hasta un sitio
para predicar, a menos que el caminar sea la predicación". El hecho de que estés unido en el espíritu al
Espíritu Santo o de Dios como lo quieras llamar; significa que más que predicar
o influir, lo haces desde la sencillez de tu persona, inspiras con tu presencia. No inspiras a los
demás insistiendo o exigiendo para que te presten atención. Deja que Dios sea
Dios en cada ser humano, y respeta los tiempos de Dios en ellos, como el mismo
Dios respeta los tuyos.
En la visión más alta de la mirada de Dios, ves la belleza en todos, jóvenes y viejos,
ricos y pobres, blancos y negros, sin distinciones. Todo se percibe desde la
perspectiva del reconocimiento, no de la crítica.
Recuerda en todo momento que lo
que piensas y lo que haces afecta a otras personas. Esto no solo es aplicable a
los amigos, la familia, los vecinos y los compañeros de trabajo. Estoy
convencido de que influimos a toda la humanidad.
Por eso mientras lees este
escrito, ten en cuenta que lo que piensas, y haces afecta a todos los demás. Lo
que me gustaría es que dieras un gran salto de fe, y depositases toda la
confianza en el Espíritu de Dios, porque él es Señor, del tiempo y del Espacio,
todo en él ES. Es la fuente de energía, el Principio y el fin, todo está en la
mente del inefable SER. Porque Él Es, nosotros somos por Él, y toda la creación
visible e invisible está en la visión de Dios.
Entra en tu ser interior y haz
divina esta relación con Dios, luego proyecta la gracia que se ha colmado en ti
en tus relaciones con los demás, Tu
relación amorosa puede centrarse en desear para tu pareja lo que deseas para
ti. Si deseas libertad, deséala para todos
los que amas. Si deseas abundancia,
deséala en primer lugar a los demás. Si
deseas felicidad, deséala aún más para otros. Cuánto más sea la santidad el eje
de tus relaciones, más te fundirás con la visión de Dios. La Santidad es gozar
de la Presencia de Dios aun no manifestada en el más allá, pero el secreto de
conseguirlo está en el más acá, ósea si no empiezas a vivir aquí, lo que esperas allá, difícil te será
encontrar el camino.
Jesús mismo dijo; “Mi Reino no es
de este mundo” al igual que toda la creación es creada por Dios y es buena a sus
ojos, nuestro destino no es acá sino allá, porque el Hijo del Eterno así nos lo
revelo. El significado es que tú estás
en este mundo, pero no eres de este mundo. Te han enseñado que quien eres, es
un cuerpo con tu nombre, compuesto de moléculas, huesos, tejidos, oxígeno,
hidrógeno y nitrógeno. Te conoces como la persona con tu nombre y te
identificas con la persona con las cosas y los logros que has acumulado. Ese
“yo” también posee una información
terrible. Sabes que, si tienes suerte, estás destinado a envejecer, enfermar y
perder todo lo que has amado. Y que después morirás.
Ante tan sombría perspectiva que
infunde miedo, incluso terror, quisiera explicar un concepto que puede ayudarte a vencer el
terror. Quiero que sepas que no tienes por qué compartir la idea de que somos
sólo un montón de huesos y tejidos destinados a ser aniquilados en el proceso de
envejecimiento. Pero quiero que pienses que hemos surgido de un pensamiento
universal de la Creación, al que yo llamo Dios. En cierto sentido, esa mente de
Dios, la vida en sí misma es eterna, y tú surges de esa nada que fue barro,
y de esa no cosa llamada vida.
Estamos en un universo infinito,
donde reside el Espíritu de Dios. Fíjate en esta frase: “Si la vida es
infinita, esta la que tienes hoy, no es la
vida, porque es finita” Porque en ti hay la semilla de la eternidad, o
también decirte que el que te Creo lo hizo por Amor y ese Amor es Eterno. Más allá de esas estrellas que puedes ver hay
infinidad de galaxias que se extienden hasta lo que llamamos eternidad. En cambio sí a lo que llamamos “vida” acaba
siendo polvo, entonces no es la Vida misma que emana de Dios. Mientras que
nosotros estamos en este mundo finito de principios y fines, la fuerza de Dios
mantiene su naturaleza infinita porque es eterna. Cualquier cosa que
experimentes que no sea eterna, sencillamente no es vida, es “un tiempo de
vida” que es y no es.
Todos estamos en un cuerpo que va
a morir, y lo sabemos; sin embargo, como no podemos imaginárnoslo para nosotros
mismos, actuamos como si no fuera así. Es casi como sí nos dijéramos: “Todos se
mueren menos yo” siempre son los otros los que se mueren, vivimos de tal manera
que nos queremos auto engañar creyendo que a nosotros no nos va a tocar. Pero
la muerte y la finitud están escritas en nuestro cuerpo, en las manos y en los
pies. Es comprensible el terror a la muerte, la carne se desgasta, envejece, se
enferma y muere. Y ¿se acabó?. ¡No! Porque fuimos creados para no morir,
sencillamente somos eternos, solo muere el “envoltorio” eso vuelve a la tierra de
donde fue sacado. Pero tú posees el “soplo divino” la fuerza omnipotente de
Dios nuestro bien y nuestro fin. Decía San Agustín; de “Dios venimos y a Dios
volvemos” este es nuestro destino
Cuando Jesús dijo; El Reino de
los cielos está ya en vosotros… creo que quiso decir ya ha empezado aquí en
este mundo, porque el Verbo se hizo carne,
y tomó nuestra carne para hacerla morada de Dios. Él Espíritu elevo al
cielo al Hijo en cuerpo, pero su espíritu sigue entre sus hermanos los hombres.
Dios se hace Presente en nuestra historia, en cada uno de nosotros, él nos
dice: Yo Soy, el Camino, la Verdad y la Vida.
Tenemos dos opciones o maneras de
vivir el “acá” Vivir de manera que sea la nada a la que nos dirigimos sin
esperanza, o vivir teniendo la confianza
de que Dios mismo nos ha revelado el camino hacia el árbol de la Vida, para
vivir en comunión con Él eternamente.
Pero como te decía, todos tenemos una “cita” a la que ningún ser
viviente se puede escapar, o empezamos a vivir preparándonos para esta cita
infinita hoy, o para la última hora, que es la llamada a la infinitud, También hay otra cita, que al igual que la primera también llegará, ésta es de los que vivieron sin relación con Dios, y es la verdadera
muerte espiritual. El sentido del destino te permite saber que estás jugando
este juego de la vida en el lado activo de la infinitud. Como te digo hay dos citas: cuando cerramos los ojos de esta vida los abrimos en la otra, dice la Escritura: Dios nos hará revivir de nuevo en cuerpo y alma para toda la eternidad, pero depende de ti en que lado estarás.
Ser huésped de Dios significa; ver
siempre tu auténtica conexión con la Fuente Divina. Es comprender que resulta
imposible desconectarte de la fuente de la que procedes. Ser huésped de Dios,
significa que “yo” también soy, y estoy
en el Alma de Dios, porque soy Hijo
amado, Él está en mí y yo en Él.
Personalmente, disfruto
enormemente siendo huésped de Dios, (osea estoy en el pensamiento de Dios) mientras escribo aquí todos los días frente
al ordenador, siento cómo recibo ideas y palabras de la fuerza de la visión
interior, lo que me permite plasmar esas palabras en las páginas. Confío en que
esa fuente me proporcione las palabras y, por consiguiente, confío en la Fuente
que me trajo a este mundo físico. Pero también hoy más que nunca confió en su
Palabra, en su Verbo revelado, en su
Promesa y en su Amor inagotable, infinito e insondable.
Gracias Padre mío
Fraternidad de
Emaús
Rafael Verger
Que maravilla me ha ayudado mucho, gracias
ResponderEliminarMarta
Colombia