RETIRO DE SILENCIO Y CONTEMPLACION 25 de Junio en Son Bono
Ejercicios de relajación para
prepararse a la meditación
Orar es ponerse en comunión con
Dios, para estar en su presencia que penetra y rodea como el aire que
respiramos, “Es pensar en Dios amándolo” como decía Carlos de Foucauld que es igual
a santa Teresa de Jesús, “tratar de amistad a solas con quien sabemos que nos
ama”
Esta necesidad responde también a
una exigencia divina. Dios busca adoradores en espíritu y en verdad, y, por
consiguiente, la oración que brota viva desde las profundidades del alma.
Dios creó al hombre como unidad
de cuerpo y alma. El ser humano es un ser material con un cuerpo y un ser
espiritual abierto a la trascendencia. La unión de cuerpo y alma en el hombre
constituye una sola naturaleza. La persona humana es un todo complejo y obra
como tal: cuerpo, sentidos exteriores (vista, oído, tacto, olfato, gusto),
sentidos interiores (imaginación, memoria, sentido común), sentimientos,
afectos, inteligencia, voluntad…
Las facultades superiores de la inteligencia
y la voluntad están vinculadas con el cuerpo y la sensibilidad. Basta ver lo
que nos sucede cuando tenemos un fuerte dolor de muelas…
El cuerpo en la oración y la
liturgia
El hombre no puede prescindir de
su cuerpo, no debe hacerlo, ni siquiera cuando se dirige a Dios. Cuando el
hombre ora lo hace como lo que es, como persona humana, con cuerpo y espíritu.
Cito dos números del Catecismo que hablan de este tema:
2702 esta necesidad de asociar los sentidos a la oración interior responde a una exigencia de nuestra naturaleza humana. Somos cuerpo y espíritu, y experimentamos la necesidad de traducir exteriormente nuestros sentimientos. Es necesario rezar con todo nuestro ser para dar a nuestra súplica todo el poder posible.
2703 esta necesidad responde también a una exigencia divina. Dios busca adoradores en espíritu y en verdad, y, por consiguiente, la oración que brota viva desde las profundidades del alma. También reclama una expresión exterior que asocia el cuerpo a la oración interior, porque esta expresión corporal es signo del homenaje perfecto al que Dios tiene derecho.
El Card. Ratzinger, en el
documento "Orationis Formas" nos dice: “La experiencia humana
demuestra que la posición y la actitud del cuerpo no dejan de tener influencia
sobre el recogimiento y la disposición del espíritu”.(OF 26) La liturgia de la
Iglesia es maestra en la inclusión de gestos corporales como parte de la
oración. En la celebración de los sacramentos los signos ocupan un lugar
primordial. Dios toma la iniciativa y obtiene la respuesta de fe del creyente
por medio de un signo, que es a un tiempo gesto y acción: tomar un baño de
agua, comer y beber en comunidad, ungir la frente con aceite, imponer las
manos... Para la vivencia de cada uno de ellos adquieren relevancia simbólica
también gestos y objetos, como pueden ser las posturas que reflejan la actitud
interior, el cirio pascual que representa la luz de Cristo, los anillos en el
matrimonio como expresión de la alianza que se establece. Asimismo, en la
liturgia de las horas se entretejen elementos auditivos, sensibles y visuales
como son el canto, la palabra, el tiempo y la luz.
La meditación cristiana, sin embargo, es un encuentro de dos libertades: la de Dios y la del hombre; no es un perderse en el absoluto impersonal, sino un encuentro interpersonal, un diálogo entre el hombre y Dios.
La oración cristiana es siempre
auténticamente personal individual y al mismo tiempo comunitaria; rehúye
técnicas impersonales o centradas en el yo, capaces de producir automatismos en
los cuales, quien la realiza, queda prisionero de un espiritualismo intimista,
incapaz de una apertura libre al Dios trascendente. En la Iglesia, la búsqueda
legítima de nuevos métodos de meditación deberá siempre tener presente que el
encuentro de dos libertades, la infinita de Dios con la finita del hombre, es
esencial para una oración auténticamente cristiana
“Esta necesidad de asociar los
sentidos a la oración interior responde a una exigencia de nuestra naturaleza
humana. Somos cuerpo y espíritu, y experimentamos la necesidad de traducir
exteriormente nuestros sentimientos. Es necesario rezar con todo nuestro ser
para dar a nuestra súplica todo el poder posible. CIC numeral 2702
La entrada en la contemplación es
análoga a la de la Liturgia eucarística: “recoger” el corazón, recoger todo
nuestro ser bajo la moción del Espíritu Santo, habitar la morada del Señor que
somos nosotros mismos, despertar la fe para entrar en la presencia de Aquel que
nos espera, hacer que caigan nuestras máscaras y volver nuestro corazón hacia
el Señor que nos ama, para ponernos en sus manos como una ofrenda que hay que
purificar y transformar. Catec. Iglesia Católica numeral 2711 y siguientes.
“Desconéctate y conéctate con Dios”
Estoy interesada en el retiro, soy de Inca. Os llamaré.
ResponderEliminarEl que més em sorprèn i m'omple de satisfacció és veure un laic dirigir uns retirs espirituals, la veritat no estem acostumats a aquest passeig tan sinodal i obert a la realitat eclesiològica de l'Església.
ResponderEliminarNo m'estranya, si més no pels Jesuïtes, són d'un esperit obert i progressista. Us segueixo molt de prop a través de les xarxes.
Un capellà de poble
A.B.
Si estimat germà, és una prova que els temps canvien, estàvem acostumats que un retir ho feia un capellà, crec que els laics ens poden ensenyar molt. M'alegro i veig que Norberto com era d'esperar un Jesuïta, sempre porten l'avantguarda del progrés a l'Església.
ResponderEliminarEns hem de posar front a la realitat de la nostra església, és l'hora dels laics com es diu, ja és hora que exerceixin els seus dons, encara hi ha massa clericalisme, sobretot a la nostra illa.
Un capellà sinodal
T. A.
Queridos hermanos de la fraternidad de Jesús, me he atrevido a escribiros para pedir que me aclaréis porque no se hace ahora nada en la parroquia de la Vileta, yo empezaba a ir a la célula y ahora me encuentro desplazada.
ResponderEliminarEstuve también asistiendo a la formación laical, me encantaba como se explicaba Rafael, pero que ha pasado…. ¿A donde debo de dirigirme para seguir con vosotros, No estáis en la Vileta,?
María