¿HAY MIEDO DE QUE LOS LAICOS DESCUBRAMOS NUESTROS DEBERES Y OBLIGACIONES BAUTISMALES?
Os contaré por aquí la anécdota que me ocurrió este fin de
semana pasado:
Todo empezó el sábado 16, fiesta del Carmen: mi párroco me
llama por teléfono de mañana muy temprano con una voz de ultratumba:
- Kiko, tengo Covid. Por prevención no celebraré las Misas
hasta que el test de negativo.
A partir de ahí surgió el dramón en mi cabeza: Misas
desatendidas sin celebrante y peligra la próxima fiesta de Santa Brígida por el
mismo motivo. Me serené y traté de serenarle comentándole mi experiencia
personal sobre la infección que ha contraído y, al mismo tiempo, cruzando los
dedos para que no se agravara, pues cuenta con patologías previas.
Mi párroco al no ser nativo, todavía no conoce a mucho clero
autóctono para poder contactarles y pedirles el favor de venir a cubrir las
diversas celebraciones del fin de semana. Así pues, me confió esa apocalíptica
tarea de tratar de cubrir esas celebraciones con sacerdotes disponibles. ¡Iluso
de mí creyendo que los encontraría a la primera!
El drama se fue agravando cuando iba telefoneando uno por
uno a diversos sacerdotes conocidos y no conocidos y veía la negativa por
indisposición/enfermedad/imposibilidad/incompatibilidad y, -en algún caso-
pasividad por el mero hecho de no salir de su residencia por no aguantar el
calor. Tampoco me fui muy lejos, pues solo contacté con los sacerdotes con
cargo curial, con cargo en Palma, y alguno joven de la parte foránea que le
resultara fácil el desplazamiento. Un total de 40 llamadas realizadas durante
toda la mañana y parte de la tarde de ese sábado, teniendo la primera
celebración a las 19.00h.
Esa situación me hizo pararme y pensar por un momento ante
la gravedad de la situación: esa falta de vocaciones al orden sacerdotal y esa
"incapacidad" directa e indirecta de la acción laical en la Iglesia
de hoy.
Pronto me acordé de esa profecía que el Prof. Joseph
Ratzinger formuló en 1969: "La Iglesia del mañana será pequeña, y en gran
medida tendrá que comenzar desde el principio. Ya no podrá llenar muchos
edificios construidos en tiempos de esplendor. Junto con un número de fieles
perderá muchos de sus privilegios en la sociedad. Se presentará sobre todo como
una comunidad a la cual se ingresa sólo por decisión voluntaria. Como comunidad
pequeña exigirá mucho más la iniciativa de sus miembros. Seguramente adoptará
nuevas formas en su ministerio y ordenará sacerdotes a cristianos probados
profesionalmente... Será una Iglesia de una espiritualidad más profunda... Pero
de esta Iglesia más espiritual y sencilla brotará una gran fuerza. Porque los
hombres de un mundo completamente planificado padecerán de una soledad
indecible. Cuando Dios desaparezca de sus vidas experimentarán su total y
terrible pobreza. Así pues descubrirán la pequeña comunidad de creyentes como
algo completamente nuevo, como una esperanza, como una respuesta que en lo
oculto siembre estaban buscando".
¡No estamos muy lejos de esa profecía! Pronto percibimos
signos: falta de sacerdotes y candidatos, comunidades cristianas mermadas por
el paso del tiempo e incluso suprimidas (parroquias) y adjuntadas con otras
vecinas, falta de cristianos comprometidos por el Reino, etc. ¿Motivos? Falta
de compromiso de vida (al primer problema) y, ante la falta de cristianos
comprometidos, ya sea por falta de conocimiento/formación y/o ante la inacción
por imposición de un clericalismo dominante. Pues este último problema todavía
persiste. El clericalismo se instaura por diversos factores: "- siempre ha
sido así", "- el pueblo a callar y a obedecer", "- no se
puede hacer si no lo manda el cura", "- esto es propio del cura y
solo lo puede hacer él", "- la Iglesia es el cura". Y también
por el otro lado: "- el padre X solo tiene la razón", "- el
padre X me ha dicho esto y seguro que es cierto", "- el padre X sabe
más que nosotros", etc. Se aprende por lo que se ha visto siempre y por un
sentimiento de dominación sobre el pueblo. Muchas veces nos olvidamos de que el
sacerdocio ministerial está al servicio del común y, por lo tanto, ningún
clérigo debería sentirse superior a ningún fiel, pues tanto uno como otro
partimos del Bautismo, que nos hace iguales ante Cristo.
Es esa igualdad la que nos envía a ejecutar nuestros deberes
bautismales (sacerdocio, profecía y realeza), dependiendo de qué sacerdocio nos
encontremos, por estado o por servicio, cada uno tiene sus deberes y
limitaciones. No por encontrarse en uno u otro no hay que menospreciar el otro,
pues es litigar en vano, y eso nos separa de Cristo. O como diría yo: "-
No es cristiano". No se trata de dividir sino de sumar.
¿Hay miedo, por parte del clero, de que los laicos descubran
sus verdaderos deberes y obligaciones bautismales? ¿Por hacerlos de menos? ¿Por
hacer sombra, cuando en todo momento es echar un capote en su ministerio? Pues,
en sí, ayuda a la santificación del mundo.
Un sacerdote de los 40 que llamé, me sugirió colgar un
cartel en la puerta anulando la Misa. Confieso que en ese momento me reboté y
le comuniqué: "- Me resulta imposible e inconcebible un domingo sin Misa.
Si fuera un día laborable, ningún problema, pero ¡aunque se tenga que organizar
una Celebración de la Palabra por la inasistencia de un sacerdote, mantendré la
Iglesia abierta el Domingo, si no me comunican lo contrario! Viene a ser como
cerrar El Corte Inglés en día de rebajas. ¡El "Dies Domini" es
sagrado! ¿Y los laicos, qué? ¿No podemos celebrar la Palabra? ¿No cuenta con
eso? Pues son muchas las comunidades que no gozan de Misa dominical en el mundo
y más en concreto en España por la falta de sacerdotes. Otro de los 40 me dijo
"- ¡Tener Misa es un verdadero lujo ante lo que se nos presenta! Y es que
muchas veces no valoramos lo que tenemos hasta que lo perdemos.
Volviendo a la falta de sacerdotes, se harán más frecuentes
las asambleas sin ellos presidiéndolas. Ante esta situación, ¡se hace urgente
la formación y testimonio de cristianos insertados en el mundo para dar
testimonio de Cristo en medio de la sociedad y dar un horizonte a la vida! Y
sobre todo proporcionar el acceso a ello, y solo el clero tiene la clave para
llevarlo a cabo, pues, como pastores de comunidades, son los responsables de
las mismas, de evangelizar y discipular. ¡Nada de peinar ovejas! ¡Solo vosotros
tenéis la clave! ¡La Santificación es de todos y para todos!, no para unos
cuantos. Más de una vez habré oído eso de tener ganado el cielo por pertenecer
al clero... ¡Mal! ¡Iluso! ¡"Caput"!
Concluyo con la anécdota: ¡Al final logré cubrir de
sacerdotes todas las Misas de ese fin de semana! Y desde aquí vuelvo agradecer la
delicadeza y la disponibilidad "express" de los que acudieron a mi
llamada.
¡Todos a trabajar!
Kiko Mestre Cárceles
Hno. Fraternidad de Jesús
¡Miedo no terror, cuánta razón tienes! Mucho bla, bla, bla y luego ese miedo a escénico. Me refiero a ese miedo de ir soltando espacios. Mucha iglesia sinodal pero luego todo sigue igual, que pobre futuro le espera a la iglesia, no se priorizan las comunidades parroquiales, ni se preocupan por los movimientos laicales, si los curas no son el hombre orquesta ya no les interesa.
ResponderEliminarUna reflexión excelente como las que he leído en todo vuestro blog, es uno de los pocos que he estado leyendo y siguiendo que canta las verdades sin tapujos. Gracias por ser la voz de los que estamos en silencio por reparos y miedosos de algunos laicos.
Miguel Ángel Pascual
Alicante
Me parece Kiko que en Mallorca todavía no estamos preparados para una iglesia sinodal, mucho bla bla pero luego no se hace nada.
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