DIOS BUSCA A SUS OVEJAS



GRUPO DE ORACION
Reunión día 27 de Abril a las 20.15h
Testo a meditar:
DIOS BUSCA A LOS PERDIDOS. Lc,  15, 1-7

Entre tanto, todos los publicanos y pecadores se acercaban a Jesús, para oírlo. Los fariseos y los maestros de la Ley murmuraban:
-        Este acoge a los pecadores y come con ellos.
Entonces Jesús les dijo esta parábola;
-        ¿Quién de vosotros, si tiene cien ovejas y se  le pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto y va a buscar a la descarriada hasta que la encuentra? Y, cuando da con ella, se la echa a los hombros lleno de alegría, y al llegar a casa reúne a los amigos y vecinos y les dice: “Alegraos, conmigo, porque he encontrado la oveja que se me había perdido” Pues os aseguro que también en el cielo habrá más alegría por un pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse.

Palaba de Dios.

Reflexión personal

Nadie vive olvidado. Nadie está solo. Dios nos acompaña a todos con amor. Pero su mayor alegría consiste en buscar y encontrar a quienes viven “perdidos o alejados” y no pueden hallar el camino acertado de la vida. Escuchemos bien a Jesús. Cuando nos sentimos “perdidos” Dios está  más cerca que nunca de nosotros. Cuando nosotros damos por “perdido” a alguien pensemos que Dios lo está buscando con todo su Amor.
La actuación de Jesús es insólita. Ningún profeta había hecho algo parecido ¿Cómo puede un hombre de Dios aceptar a los pecadores y pecadoras como amigos, sin exigirles previamente algún signo de arrepentimiento?
Jesús comienza esta vez su parábola con una pregunta; imaginaos que sois un pastor, tenéis cien ovejas y se os pierde una, ¿no dejarías las noventa y nueve en el “desierto”, para ir a buscarla hasta dar con ella? Los oyentes dudaban mucho antes que responder. ¿No es una locura arriesgar así la suerte de todo el rebaño? ¿Es que la oveja perdida vale más que las noventa y nueve? Aunque la oveja está perdida, le pertenece. Es suya. Por eso no duda en salir a buscarla, aunque tenga que abandonar de momento a las noventa y nueve. El pastor no para hasta encontrar a su oveja. Su corazón celoso no le deja descansar, cuando la encuentra la ve cansada y quizás herida y se la pone sobre sus hombros, su alegría es inmensa, y llama a sus amigos y hace una fiesta. Y concluye su parábola con estas palabras “Os aseguro que también en el cielo –es decir en Dios- habrá más alegría por un pecador que se convierta que por las noventa y nueve que no necesitan conversión, pues estos ya se creen los buenos.
En el pueblo de Dios hay ovejas sin pastor, ovejas débiles, heridas, enfermas, a las que nadie cura, también hay ovejas descarriadas a las que nadie se les acerca,  perdidas sin rumbo, desilusionadas, etc. A las que nadie busca. Dios no rechaza a nadie, sino que los busca apasionadamente. Y si Jesús, lleno del Espíritu de Dios los acoge y come con ellos… ¿no tendríamos  que cambiar algunas de nuestras posturas? ¿Seguiremos discriminando, condenando y despreciando a los que para nosotros están “perdidos”? ¿A quién queremos seguir? ¿A los fariseos y maestros de la Ley o a Jesús nuestro maestro y Señor?
Conversión personal. Respóndete a estas preguntas:

¿Me veo identificado con la oveja perdida? ¿Podría acercarme a alguien con el mismo espíritu de Jesús, y ser un pastor bueno para alguien?
¿En mi familia, amigos, vecinos,  creo que hay personas alejadas de Dios? ¿Hay algunos que viven a espaldas de los sacramentos, de la Iglesia? ¿Crees que podrías acercar a Dios a estas personas ya que no hay nadie que les hable de Jesús?
¿Y los que se creen “buenos” y que les basta oír misa los domingos, y no buscan nada más, crees que si les hablas del grupo, de compartir la fe, la oración te escucharían?
¿Lo intento? ¿Oh soy como ellos, me basta ir a misa o participar en el grupo de oración cada 15 días y mi vida vuelve a la rutina de siempre?
¿Durante la semana, voy alguna vez a estar con Jesús sacramentado, tengo mis momentos de oración?
¿Acudo con frecuencia al Sacramento de la Reconciliación, para pedir perdón al Señor por mis debilidades?
¿Voy a recibir al Señor en la eucaristía indignamente?

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