DISCIPULOS MISIONEROS DE JESÚS (Fraternidad de Jesús - Mallorca)
Empezamos dándonos cuenta de que Jesús nos llama para ser
sus discípulos, lo cual significa, “sentarse a Sus pies” amorosamente y
aprendiendo de Él. Una vez fortalecido por Su gracia y Su Evangelio, nos llama
a ser Sus misioneros para ir y compartir lo que llegamos a saber y amar. Esa
confianza misionera toma muchas formas. Hasta ahora nos hemos enfocado en tres:
amar a nuestro prójimo en necesidad, invitar a otros a experimentar la alegría
de seguir a Cristo y siendo testigos de la esperanza de la Resurrección.
Por el camino, hemos notado que un misionero puede producir
fruto solamente cuando permanece siendo un discípulo fiel, continuamente
nutrido por la gracia de Jesús en la oración y los sacramentos. Él nos ha dicho
que Él es la vid y nosotros los sarmientos y que “sin mí no pueden hacer nada.”
Hoy quiero enfocarme en cómo el hogar de un discípulo
misionero es su Iglesia, el Cuerpo de Cristo y su familia “inmediata” en la
Iglesia es la parroquia. Reconociendo el principio que nuestra primera
responsabilidad es siempre hacia nuestra propia familia, podemos extender esa
espiritualidad a nuestra familia parroquial. Es en el corazón de esa familia
donde nos lavamos en el Bautismo, alimentamos con la Eucaristía, nos limpiamos
en el sacramento de la Reconciliación, nos confirmamos en la Fe y la vocación y
donde estamos acompañados en esta vida hacia la otra. Es allí donde encontramos
el apoyo humano, social y espiritual. ¡Qué tal don!
Por lo siguiente el discípulo misionero es llamado por
Cristo a servir en la familia parroquial. Cada persona tiene que discernir cuál
es su vocación particular de servir, buscando y respetando la guía de su
párroco. El primer y más importante servicio es ese de estar consciente de los
nuevos rostros en la iglesia, de sus necesidades, de ser hospitalarios a las
familias que acaban de hacerse parte de la parroquia, a las personas en
problemas con necesidad de nuestras oraciones o palabras alentadoras. Tal vez
tú sientes el llamado a visitar los enfermos, a llevarles la Santa Comunión.
Por medio de la parroquia, nosotros pertenecemos unos a otros, y hacemos un
servicio en contribuir a esta pertenencia a través de nuestra participación en
las devociones, pequeños grupos de formación de la fe, comités y eventos
sociales.
Hay muchas más maneras de servir en tu parroquia. Tal vez se
necesitan catequistas para ayudar a niños y jóvenes, o el equipo) necesita
miembros para instruir a los no-católicos quienes quisieran saber más de
nuestra Fe. O tal vez sientes la vocación de servir a los pobres, hambrientos,
gente sin hogar o quisieras estar involucrado en las iniciativas fe (En defensa
de la vida humana) ¿Cuáles son tus cualidades, tu pasión, tus conocimientos?
Explora tus opciones y habla con tu párroco.
Más que todo, como estamos surgiendo del aislamiento de la
pandemia, sirve a tu parroquia regresando a Misa, apreciándola en comunidad de
fe, rezando por ella, apoyándola y mostrando tu gratitud al párroco. Mira
alrededor, divisa los rostros de tus hermanos y hermanas en Cristo. Da las
gracias por ser parte de esta familia de Jesucristo.
En una época pasada, frecuentemente se pensaba que este alto
llamado pertenecía sólo a los cleros ordenados o religiosos consagrados; que
debían de ser los superhéroes espirituales. El resto de nosotros, se suponía
que deberíamos de seguir adelante, mantener la cabeza baja y hacer todo lo
posible para obedecer los Diez Mandamientos. Afortunadamente, esta forma de
pensar cambio por el Concilio Vaticano II, con su proclamación de la “la
llamada universal a la santidad”.
Ahora que tenemos esta llamada, ¿Cómo se supone que vamos a
responder? Vivir como discípulos misioneros acentúa el papel vital de la
parroquia. La familia parroquial, dirigida por su padre espiritual, el pastor,
debe ser un lugar no de mantenimiento complaciente, sino de misión ardiente.
Debería estar llena de entusiasmo y devoción todos los días y no solamente el
domingo. A través de nuestras vidas compartiendo la vida sacramental de la
iglesia con nuestras familias. Los miembros de la parroquia deben de ser
testigos a los demás y vivir una vida que es transformada y transfigurada por
la presencia de Dios.
Discípulos misioneros de Jesús
(Fraternidad de Jesús-Mallorca)
És una bona notícia veure que uns laics emprenen una nova visió per enfortir la vida de les nostres parròquies, aquest esperit diocesà fa que els rectors vegin la fraternitat com un signe de sinodalitat molt fructifera per a moltes parròquies adormides.
ResponderEliminarUn capellà de poble