SINODALIDAD - CAMINAR JUNTOS


 

En la Iglesia cada vez más sucede esto.

Queremos que el párroco reconozca nuestra cara y sepa algo de nosotros. O al menos, otro sacerdote. O alguien con algún cargo en la parroquia. También queremos tener alguien con quien hablar de cosas espirituales, quizá en crisis importantes, o precisamente para prevenirlas. Al menos, alguien que nos responda algún Whatsapp. Pero en nuestra comunidad cristiana le queremos pedir más que un Whatsapp

La realidad que muchos prevén es que, si los curas son los únicos que van a acompañar a los fieles con su escucha, enseñanza, oración y cercanía, sólo se mantendrán fieles los pocos feligreses que puedan estar en su cercanía. Y como cada vez hay menos sacerdotes, y estarán desproporcionadamente más atareados, y serán menos los fieles con acceso a esa cercanía.

Una iglesia en la que toda la atención pastoral recae en los curas es una iglesia condenada a ser muy pequeña y también débil. Porque será una iglesia casi sin discípulos. Muchas costumbres de las parroquias de hoy nacieron en una época en que había muchos más clérigos y mucha menos población en una parroquia.

Cuando un católico tiene una necesidad o crisis espiritual, la primera persona que piensa consultar suele ser el sacerdote. Antes iban por rutina o cumplimiento, pero cada vez serán menos. es decir, a la pastoral de proximidad-, porque lo dedican al papeleo burocrático, logísticas, reuniones y Sacramentos, y otras cosas más. Y como cada vez hay menos curas, irá a peor.

En realidad, muchas necesidades espirituales de los fieles (aunque no todas) las pueden atender laicos si son discípulos de Cristo. No servirán de nada si no se orienta todo a "hacer discípulos", es decir, a formar cristianos maduros que aprenden de Jesús (a formar otros discípulos) y a su vez evangelizan llevar más personas a Jesús. Para subsanar este desequilibrio la iglesia jerárquica, promueve el Diaconado a hombres casados, ¿pero no estamos clericalizando a los laicos? A la falta de sacerdotes; volvemos a echar mano de los laicos casados para que suplan a los ministros, pronto tendremos más diáconos que ministros sagrados. ¡algo estamos haciendo mal! Unos no quieren perder “poder dentro de la Iglesia y otros suplen el poderío”

Así, puede ser adecuado refundir un par de parroquias en declive, mejorar mucho la música, la liturgia, la web de la parroquia, hacer llamamientos a los fieles a "implicarse más", Pero nada de eso servirá si la parroquia no está orientada al mandato de "id y haced discípulos". "Si esto no está en el corazón de nuestra cultura de parroquia, no cambiarán las cosas" "La mayor parte de la gente hoy valora una buena comida con unos pocos amigos cercanos más que un bar ruidoso lleno de gente, aunque den barra libre de comida de poco valor nutritivo. Las personas quieren pasar tiempo en comunidad, amistad, conversaciones significativas y oportunidades para ser escuchadas. Y después aprender más a crecer como discípulos.

Se necesitan grupos pequeños conducidos por laicos, en relaciones de uno a uno", Que los laicos sean discípulos, evangelizadores y responsables de más y más grupos pequeños y tareas no significa que haya que desdibujar la diferencia entre laicos y clérigos.

"Sólo nuestros sacerdotes pueden darnos los sacramentos. Sólo ellos pueden pastorear nuestras parroquias, pero ellos deberían de tener un equipo de laicado bien formado para la evangelización de la parroquia.

Formación; si se crean grupos con la etiqueta "de formación", sólo recibirán formación intelectual, quizá devocional, pero no evangelizarán, no llegarán a otras personas ni alejados ni tibios si se crean grupos con el objetivo claro de que sean evangelizadores, siempre incluirán algo de formación, siempre exhortarán a una vida santa y devota, y además evangelizarán. Así, los grupos de laicos deben tener una orientación evangelizadora, de hacer crecer la parroquia o comunidad, lo que incluye formación doctrinal, crecimiento espiritual y una vida orientada a Dios. Hoy por hoy, muchos feligreses no encuentran nada significativo en la parroquia. Con más laicos en pastoral, se avivan las conversaciones significativas, las relaciones espirituales y disminuye la cultura de "mero consumidor de sacramentos".

Más laicos en el acompañamiento pastoral significa orientar la parroquia a hacer discípulos y equiparlos, que es el mandato de Jesús a la comunidad cristiana, permite hacer madurar a los feligreses y convertirlos en evangelizadores. en los próximos 10 o 20 años las parroquias van a cambiar mucho... o simplemente van a desaparecer. cada vez hay menos clero y más envejecido, y también está más envejecida la feligresía.

Las bodas civiles superan a las católicas en todas las provincias Los pastores -y párrocos- que hacían de todo (y no conseguían gran cosa) lograrán frutos si entrenan a otros miembros de la parroquia como responsables de muchas funciones importantes. Los métodos que formen discípulos y maestros de discípulos (2 Timoteo 2,2: "enseña a otros capaces de enseñar") darán fruto. (Sobre esto se habla mucho en el Sonido que estamos celebrando).

Los donativos cada vez son menores, y no parece que vayan a crecer. la acumulación de templos, estructuras, etc.… puede ahogar recursos que deberían servir para evangelizar.  Muchas veces acudimos a actividades socio-religiosas porque nos asusta hacer algo nuevo, y es más fácil seguir con lo de hace 50 años o más, pero si no es parte de la solución, es parte del problema".   Para el mundo del siglo XXI la evangelización es un paso con “odres nuevos” nuevos métodos, donde Los conversos se suman a un club: los discípulos empiezan un movimiento. Los conversos siguen costumbres: los discípulos siguen a Jesús. Los conversos cambian de mentalidad: los discípulos cambian su vida... y las vidas de otros" Sino vamos cambiando de mentalidad hacemos círculos en el agua.

El Evangelio necesitara, cada cierto tiempo, instrumentos o mediaciones para conservar más o menos viva en nosotros y en nuestras comunidades, aquella energía del “primer amor”. Lo que realmente me preocupa es una cierta superficialidad y hasta frivolidad cuando asumimos este desafío evangélico al pretender aplicarlo a nuestras realidades pastorales concretas. Quiero decir: tengo la impresión de que hablamos de una Iglesia “en salida” con una tranquilidad pasmosa, con una ausencia de reflexión y análisis propia de consumidores acríticos del último producto que sale al mercado. ¿Sabemos de verdad lo que significa una Iglesia “en salida”? ¿hemos diagnosticado ya suficientemente la realidad cultural y eclesial que vivimos en nuestro país? ¿somos conscientes de los agentes eclesiales, clérigos y laicos, con que contamos? ¿hemos preparado o estamos preparando con seriedad a nuestras comunidades, nuestra diócesis, nuestras parroquias, para emprender una tarea misionera del calibre que supone evangelizar en una cultura que algunos califican de “post-cristiana”? ¿hemos arbitrado los instrumentos más adecuados, las personas más preparadas para ello, los proyectos o procesos más fecundos? ¿contamos con la experiencia de movimientos o congregaciones religiosas que llevan ya  años ofreciendo caminos misioneros renovados, creo que es importante “escuchar más al Espíritu Santo éste está actuando en la Iglesia, pero muchas veces es difícil oír su voz, porque hay otras voces, quizás atractivas pero que ahogan la fuerza del Espíritu.

Rafael Verger

 

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