¿Discípulos o creyentes?

 Los discípulos deben hacer discípulos,



Al ponerme ante este apasionante tema –de la evangelización, me doy  cuenta de que nos convendría detenernos en un paso previo –al de comenzar a evangelizar- que se suele pasar por alto y que, precisamente es el que da fuerza a la tarea evangelizadora.

Lo encontramos plasmado en el evangelio de Mateo 28, 19:
“Id y haced discípulos…”

Luego ya se les asignará la misión, la tarea, el servicio… pero lo primero es: Hacer discípulos -buenos discípulos-

Sin embargo, al echar un vistazo a la realidad observo, que gran parte -de los que están ya evangelizados, este paso lo han pasado por alto. Han entrado en la evangelización sin haber pasado por el discipulado. De ahí que me parece importante invitaros a tomar conciencia de ello.

El mismo evangelio nos muestra como Jesús elige a unas personas –como nosotros- sin grandes títulos, sin grandes fortunas, sin puestos destacados…, para enseñarles: a SER. ¡A SER DISCÍPULOS! Y es curioso que –como en la vida misma- “la formación del grupo, corra a cargo de la empresa”. Y esos discípulos, a los que Jesús ha elegido y libremente han decidido seguirle, lejos de ponerse a evangelizar, se van a vivir con él y, como aprendices -se forman junto a su maestro- para aprender bien la apasionante tarea del discipulado.

Por tanto, lo primero que hacen los discípulos es escuchar lo que Jesús les dice, lo que les propone… tienen que conocerle, prendarse de Él… porque evangelizar no es, solamente, hacer que los demás conozcan a Jesús; evangelizar es llevar a los demás su evangelio, es… dar por entero a Jesucristo.-Y, desgraciadamente, nadie puede dar lo que no tiene.

El padre Larrañaga lo dice,  con esta acertada frase: “nadie puede hablar de Dios si antes no ha hablado con Él” porque si no escuchas a una persona, puedes decir lo que opinas de ella y pueden ser cosas preciosas, pero rara vez coincidirá con su realidad.

Yo creo que ahí está nuestro fallo, en que no dejamos que sea -el mismo Jesús- el que nos enseñe. Nosotros nos aleccionamos oyendo conferencias, haciendo cursos, respondiendo cuestionarios etc.  Es más, cuando nos adentramos en el evangelio, siempre vamos a los capítulos donde encontramos a los discípulos metidos en la vida cotidiana, puestos en camino, acompañando a Jesús en sus actividades… pero pocas veces nos detenemos en esos textos que nos dicen que Jesús enseñaba a sus discípulos a solas, les explicaba el contenido de las parábolas, compartía sus inquietudes con ellos –aunque fuesen tardos en entender-… Y, es que Él, sabía mucho de esto porque se retiraba una y otra vez –a solas- para hablar con su Padre. Pues hay cosas que no se aprenden en los libros, se aprenden viviéndolas junto al Maestro.

Así lo encontramos plasmado en Lucas, 18:
“Entonces le preguntaron los discípulos: ¿Qué significa esa parábola? Él les respondió: A vosotros se os ha concedido conocer los secretos del reino de Dios; a los demás, sólo en parábolas, para que viendo no vean y oyendo no entiendan”
En Marcos 4, 34:
“Todo se lo decía en parábolas, pero a sus discípulos se lo explicaba todo en privado”
En Mateo 13,36
“Dejando a la multitud entró en la casa. Entonces se le acercaron sus discípulos, diciendo: Explícanos la parábola de la cizaña del campo”…

Después de todo esto, llega el momento de ponernos ante nuestra situación. Estamos cuadrando las agendas del curso. Reuniones, cursos, catequesis, ayudar en Cáritas, etc.  Pero, entre tanta actividad ¿hemos dejado algún momento del día para leer la Palabra de Dios? ¿Qué tiempo hemos destinado para que Jesús, como a los discípulos, nos explique a solas lo que eso significa? ¿Hemos dejado algún momento para retirarnos -como Él- para hablar y escuchar al Padre?

Es preciso tomar conciencia de que, en nuestra manera de vivir, hay actitudes que parecen discrepar un poco de lo que pretendemos y esa dicotomía desconcierta a los que ven nuestra forma de comportarnos.
Plasmo una muestra de ello: Misas solemnes, grandes ceremonias, adornar el templo, todo para agradar a los demás y que se diga que lo que hacemos es precioso, que sin ti esto no luciría lo mismo ¿Lo hemos entronizado en nuestro corazón o seguimos, como siempre, mirando a ver si ha causado impacto o no?

Quizá sería  bueno que nos parásemos ante el texto del profeta Ezequiel en el capítulo 2:
“El Espíritu entró en mí mientras me hablaba y me puso en pie; y oí al que me hablaba.
Les comunicarás mis palabras, no importa que escuchen o no, porque son un pueblo rebelde. Pero tú, hijo de hombre, escucha lo que te digo; no seas rebelde como este pueblo; abre la boca y come lo que te doy. Yo comí y me supo dulce como la miel. Entonces me dijo: Hijo de hombre, ve al pueblo de Israel y comunícales mis palabras”

Que inimaginable lección “Yo comí…” ¿Acaso se nos puede quitar la sed mirando el agua? ¿Acaso nos podemos emborrachar haciendo una disertación sobre el vino? De igual manera, solamente cuando la Palabra de Dios entre dentro de nosotros –hasta lo más profundo- será cuando pueda fecundarse, para salir renovada y ofrecerla a los demás.
Acerquémonos a Jesús. Escuchémosle como le escuchó María. Guardemos la Palabra en el corazón como hizo ella y, como ella, transparentemos a Dios, para que los demás sean capaces de llenarse de su presencia.

Seamos valientes; no escatimemos el tiempo de escuchar a Jesús; digamos al mundo los cambios que Dios hace, en la persona que opta por Él hay que dar testimonio de palabra y de obra,  y decidamos ponerle como centro de nuestra vida.
Creyente puede ser cualquiera. Hasta el diablo puede ser un creyente y tiembla, eso lo dice la Biblia: Tú crees que Dios es uno; bien haces. También los demonios creen, y tiemblan. (Santiago 2:19
Dios no quiere únicamente creyentes, el corazón de Dios va más allá que eso, él quiere discípulos, entregados a su servicio. Creyente significa devoto, seguidor, piadoso, religioso. Discípulo significa: Apóstol, maestro, discípulo; también significa Evangelista, un Ministro, un Profeta, también discípulo significa: Embajador, Mensajero, Anunciador. Etc.

Dios quiere resultados, no pienses en ninguna manera que Dios invirtió el sacrificio de Cristo en la cruz, únicamente para salvarte, para que tu estés todos los días sentado en un banco sin hacer nada para el Reino de Dios, todos hemos sido llamados  por  Jesucristo para que seamos sus discípulos y hagamos más discípulos.  
El creyente entrega sus limosnas, el discípulo entrega toda su vida. El creyente puede caer en la rutina; el discípulo es Revolucionario. Uno de los peligros del creyente es quedarse atascado en los triunfos y victorias del pasado, viviendo de los recuerdos, de lo que se hacía antes en la iglesia, de la buena relación que tuvo con el cura; de los coros que participo cuando era joven;  pero todo ello pertenece al pasado y lo habla y lo comenta para ser escuchado oído y apreciado, pero en el día de hoy ya no hay nada.. El discípulo sin embargo busca y acepta los cambios y avances en la iglesia para la  obra del Señor.

¿Cuál es la misión del discípulo? Pues “dar fruto. “Todo árbol que no da buen fruto, es cortado y echado en el fuego. Mt 7-19 Sino estas dando testimonio de que eres un discípulo de Cristo y no estas trayendo almas para Cristo es muy posible que seas cortado.

Dios es como un agricultor que está esperando buena cosecha, Jesucristo viene siendo como un árbol grande y frondoso, Los Discípulos son como las ramas. Dios está esperando de nosotros mucho fruto, muchas almas que reciban a Jesucristo por nuestros frutos.  Frutos del Espíritu Santo. Siempre ha sido el deseo de Dios que llevemos frutos. Dios dijo a la primera pareja, “Fructificaos y Multiplicaos” yo creo que este mandamiento no ha cambiado, el gozo de todo buen discípulo es llevar muchos frutos para el señor. El deseo del Señor es que su palabra sea predicada y sea glorificada. Así pues el mandato de Jesús es claro: Id y haced discípulos míos. Mt 2816-20.

R. Verger

Comentarios

  1. Muy buena explicación Rafael. La importancia de profundizar en la Palabra para poderla aplicar a tu vida ,con tus actos, con humildad. Deseando ya volver a nuestras reuniones de formación y Lectio Divina de los miércoles.

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  2. Como se puede hacer discipulado sí solo hay reuniones para el culto? En Son Roca añoramos la época de Guillermo un cura que más que cura era el amigo sacerdote.

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