¿Es posible la Iglesia, sin María?
¿Es posible la Iglesia, sin María?
Puedes imaginarte a los apóstoles
reunidos sin la presencia de la Madre?
Muchos creerán que se puede llegar a Jesús sin María, y pueden si, diría
yo. Pero ponte a pensar, si Dios Padre Todopoderoso quiso venir a nuestra
humanidad por intercesión de una mujer, ¿Cómo será posible que a través de esa
mujer, no podamos llegar a Dios?
Por más que intentemos seguir sin
María hacía Jesús, siempre nos vamos a encontrar cojos y sin el consuelo de la
Madre. Jesús, entrego a su discípulo amado a su mama, y los demás siempre
tuvieron una atención amorosa hacía la madre del Salvador, porque ella fue la
primera que el ángel la llamo “Llena de Gracia” ósea la Santificada por el
Eterno. Y ya antes de la creación él ya pensó en María.
Por lo tanto María es
indispensable para amar plenamente a Jesús,
María es la mujer que conoce plenamente a su hijo, el lenguaje interno
entre ambos es tan profundo que solo es comparable al amor de una madre con su
hijo. Jesús es carne de María, y María es carne de Jesús.
Por sus venas corre
la misma sangre, y por su corazón el mismo deseo de “hacer la Voluntad del
aquel que le ha enviado”. ¿Cómo puede haber discípulos de Jesús que no veneren
a la Madre? Sencillo diría yo: No conocen muy bien a Jesús, porque Jesús y
María son una sola carne. Muchos seguidores del Maestro hoy en día, pueden
guardar un respeto hacía la Madre, pero no admiten que ella tenga ese
poder, que solo el Amor hace posible.
María, es intercesora por el amor que emana del corazón del mismo Dios.
¿Es posible encontrar un
evangelio mejor escrito de la Madre? Los Apóstoles, sentían en María a la
Madre, y si Cristo ha Resucitado, cabe
imaginar que a la primera mujer que visito fue a su madre? porque ni la muerte, ni la sepultura pudieron
separarlos. No hay mayor dolor para una
madre que enterrar a su hijo, pero en ella había la confianza plena en su hijo,
ella conocía casi su pensamiento, porque el corazón de Cristo fue hecho de
carne de María. Los discípulos andaban con miedo, pero la madre les consolaba y
les unía porque así lo quería Jesús, “aguardad
en Jerusalén”, porque allí empieza la Promesa.
María, no fue
a su casa a refugiarse por miedo a los judíos, María aguardo la Promesa. Y
hacía de puente entre ellos y Jesús, María ya no era esa doncella de Israel
desposada con José, ella ya era mujer, y
experimentada en la plegaria y,
conocedora desde el fondo de su corazón que algo nuevo iba a empezar. Esa
novedad ese algo nuevo no podía terminar
así, él que había hecho signos; en el mar, en la enfermedad, e incluso a la
muerte no podía ser de otra manera, verdaderamente algo nuevo iba a suceder y
María lo sabía dentro de su corazón.
María la madre, sigue meditando en su corazón por aquellos
“hijos” que no la reconocen como Madre. ¡Es cierto que Jesús es el Camino, para
llegar al Padre! Pero María es ese camino “dulce, amoroso, excelso para llegar
a Jesús, porque quien mejor que su madre conoce a su hijo? Y como un hijo puede
negar la petición de una madre, acordaros en Cana de Galilea; Haced lo que él os diga” Jesús casi
reprendió a su madre, “No ha llegado mi
hora” pero ella dirigiéndose a los criados los puso a la atención de su
hijo. Por esta razón la Iglesia Católica, la única que Cristo estableció, tiene a María como la Madre de Dios.
Sería muy interesante pensar como
María estuvo presente junto a los Apóstoles en Pentecostés, en cada “fracción
del pan,” como seria comer el cuerpo de su hijo y éste ya glorificado por el
Padre. Con que ternura y emoción embargaría a la que le dio su forma en su ser,
como sería esa “comunión” tan profunda y tan íntima de corazón a corazón. María
es “camino de unidad” común-unión, por esto quien tiene a la Madre, tiene al
Hijo. Porque ambos hacen posible la Unidad en la Iglesia.
María, la inmaculada, la
preservada de la corrupción, la Reina del cielo a quien los mismos diablos le
temen, porque ella es a la que se
refiere San Juan “Y una gran señal
apareció en el cielo; una mujer vestida del sol, con la luna debajo de sus pies, y una corona de doce estrellas en su
cabeza” Apocalipsis. 12-1
¡Si Jesús vive, María vive en Jesús! por esto la Iglesia primitiva,
ya veneraba a la Madre como intercesora ante su hijo, y ella es en el Hijo la fuente de gracia y de
unión con la humanidad de su hijo, y con razón es llamada, Madre de todos los
hombres.
Ya Isabel proclamo la grandeza de
María, “¡Bendita tú entre las mujeres, y
bendito el fruto de tu vientre” Lc 1-42 María fue y es, sagrario viviente del “cuerpo
de Cristo y de la Iglesia” porque así estaba pensado desde antes de la
formación de todo lo creado. María es “fecunda” porque así la concibió el
Eterno, y ella es “cuerpo de la unidad” porque forma parte del cuerpo en la
Eternidad.
Santa Madre de Dios, ruega por
nosotros tus hijos.
Rafael Verger
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